La maldición de Facebook es teclear el nombre de algún viejo compañero de escuela, encontrarlo y mandarle una solicitud de amistad. De ahí, todo viene como bola de nieve: él a su vez ya encontró a otros amigos, que a su vez te agregan, arman el grupo de la secundaria “Mártires de la Cuauhtémoc”, platican de cómo les va y después…

Alguien organiza una reunión para verse

Antes de que caigas en la tentación de asistir a una de estas fiestas “porque parece buena idea” o porque “hace mucho que no los veo” debemos advertirte que casi nunca acaban bien. Tal vez los recuerdos te hagan ir pero seguramente te encontrarás a:

¡Los que ya son papás!

Verás parejas que te hablarán de lo bonito que es la vida con hijos. Llevarán a sus bebés que tendrás que cargar y algunos te contarán que se hicieron novios a partir de la prepa. Pobre de ti si osas decirles que a ti te va bien trabajando y que vives en una feliz unión con tu pareja ¡NOOOO! Acabarás con un sermón sobre las ventajas del matrimonio y, si llevas a tu peor-es-nada, lo atacarán con el clásico “¿y ustedes cuándo se van a casar?”.

¡El exitoso!

Sí, tienes tu vida de godínez, pero te va bien: pagas tu renta y tienes para chelas el fin de semana. Pero siempre hay uno que lleva una vida exitosa, que se codea con los más altos empresarios (o la chica que trabaja en la empresa de publicidad y que lleva la mejor cuenta del universo) y que se convierten en el centro de la fiesta. Cuentan unas historias interesantísimas (según ellos) y lo peor es que cuando te dicen “¿Y tú qué haces? Prometías mucho en la escuela”. El horror.

¡El nostálgico!

La peor combinación es un nostálgico chistoso. Va a contar las peores anécdotas de tus años mozos: cuando se te cayó tu torta de huevo, cuando te batearon, cuando vomitaste en el patio. Ya sabes: esas cosas que tratas a toda costa de olvidar pero que él tiene presente. Aparte cree que es chistoso gritarlo “¡OIGAN! ¿Se acuerdan cuando Lupita tuvo su primera menstruación? ¡Cómo olvidarloooo!”. Pásenme un rifle, par favaaar.

¡Siempre me gustaste!

Estás en la fiesta que no parece tan mala, empiezan a rolar los tragos, y ya que están todos bien alegres se te acerca tu viejo compañero y te dice “Osheee, es que nunca tuve el valor, pero ya pasaron muchos años y pues… es que siempre me gustaste, pero tú andabas con Filemón, y nunca pude decirte nada, pero pues… ahora ya me armé de valor y… pues es que tú siempre me gustaste”. Al infinito, mientras te acerca la cara lentamente, con su aliento a alcohol tratando de darte un beso…

El fantasma

¿Quién es ese tipo que dice haber estado en tu salón? Sepa la bola: seguramente era de los que nunca se hicieron notar o estuvo sólo seis meses contigo. Pero se sabe todos tus secretos: la mochila que llevabas, dónde te sentabas, en qué materia ibas bien. El momento incómodo es cuando te dice “¿A poco no te acuerdas de mí? ¡Soy Abundio! ¡Abundio, Abundio, Abundio, weey! ¿Cómo no te vas a acordar de mí?. Pues no, no me acuerdo y aléjate, Abundio.

¡El bulleador!

Ajáaaa, la revancha de los ñoños. Lo único bueno de estas fiestas es ver al cuate que siempre te bulleaba, siendo un pobre perdedor que tiene que sacar fotocopias mientras tú eres un exitoso desarrollador de aplicaciones para teléfonos que él nunca llegará a tener y… no ¿a quién engañamos? El bulleador siempre será el bulleador, así que te dará un zape en cuanto entres a donde es la reunión llamándote por tu viejo apodo.

En fin: después de que te topes a todos estos personajazos en una reunión interminable, todos se darán un abrazo y dirán “Estuvo padrísimo ¿y si ahora nos vamos rolando en nuestras casas para retomar la amistad?” ¡NUNCA!

¿Te ha ido mal en las fiestas de generación? ¡cuéntanos!