Entras a Facebook, tienes 3 nuevos correos. Los abres y te encuentras con que uno de ellos es una invitación a una reunión de generación. Sí, una fiestita con todas aquellas compañeras con las que compartiste tu infancia y nunca –repito– NUNCA más volviste a tener contacto. Vaya, ni siquiera un ‘like’ en tu fotografía de boda o cuando pusiste en tu estado que tu perro se había perdido en Chapultepec y que dabas recompensa si alguien lo encontraba.

Ahora, tiempo después y rencores olvidados, la imperiosa necesidad del chisme te motiva a pensártela. ¿Qué tal que Rubencito sigue soltero?… Y, pues…, no estaba tan mal de chiquito… O qué tal que por fin te enteras en qué paró el divorcio de Rita, que le puso el cuerno al marido y que se volvió un ‘sanquintín’ en la familia.

Por todo esto decidimos hablar de las cosas que más odiamos de las reuniones de generación:

1. El cuerpazo de Carmina

Sí, todas la odiábamos. Ellos la amaban. Diez años después, el odio regresa… O sea, ya tuvo 2 hijos la muy condenada y sigue conservando el mismo cuerpo que tenía cuando iba a la prepa: Esas nalgas y esa cintura que arrancaban suspiros a todos los púberes compañeros (incluyendo a Rubencito). Y uno que va por la vida tratando del ocultar el puercazo. No hay derecho.

2. Todas casadas y tú… (o viceversa)

Llegas a la reunión en cuestión y absolutamente todas tus ‘amiguis’ ya tienen un mareado en casa. O bien, todas están solteras y tú… casada, con 3 hijos y sin vida. En el primer caso, te tienes que fletar las ‘divertidísimas’ pláticas sobre estrías, depresión postparto, consejos para darle comer al niño y pañales. En el segundo, todas te presumen de sus viajes y logros profesionales y tú… Les puedes platicar de la nueva lavadora que adquiriste. Diversión ga-ran-ti-za-da.

3. El triste desenlace de Rubencito

Pues resulta que la revolución no le hizo justicia a ‘Rubencito’ y quedó hecho un tanque de guerra, con una barriga que se le asienta sobre el pantalón y un problema severo de alopecia… Así que a otra cosa mariposa.

4. ¡Cárgalo para que te entrenes!

Mamás, no insistan en que Carlitos le dé un besito a la ‘tía postiza’, menos cuando ha comido chocolate y ustedes no se han tomado la molestia de quitarle la embarrada que le quedó en la cara. No traten de persuadir a sus ‘amiguis’ para que los carguen y se vayan entrenando… ¿Entrenando? ¿Como para qué? ¿Pues cuándo empieza la maratón o qué? El que ustedes amen a sus hijos y no tengan con quién dejarlos para ir a la reunión no significa que también deba ser nuestro problema. ¡Jum!

5. El calórico desayuno

De por sí llegas y Carmina ya opacó a todas con el cuerpazo como para que uno llegue y se encuentre con que las organizadoras decidieron llevar un desayuno compuesto por toda la vitamina T mexicana de la cual huyes por tu estricta dieta. Vamos, sean creativos chicos y armen un menú chido.

6. El profesionista exitoso

Paco es director de una disquera. ¡Quién lo viera! Tan burro en la prepa y ahora todo un empresario. La bronca llega cuando llega hasta ti la pregunta: “¿qué has hecho de tu vida?”. Prefieres aventarte por la ventana y caer sobre Calzada de Tlalpan sin tráfico.

7. La otra realidad

Felipe era el más feíto de la clase, así que, en realidad, volverlo a ver no te causa mucho furor. En eso, suena el timbre y ahí está: hecho un bombón. Todo parece transcurrir en cámara lenta (con pétalos que vuelan por todo el lugar, él caminando entre nubes y violines como fondo musical). Así las cosas hasta que llega el momento de darle el beso de bienvenida a él… y a su monumental esposa.

8. Los comentarios ‘malaleche’

Llegas feliz, con tu surtido rico de éxitos e historias llenas de emoción… Terminas tu feliz relato y ¡zas! empiezan los reproches de la compañera a la que la vida trató requetemal. ‘Pues dichosa tú, que eres feliz. No entiendo por qué la vida te premió tanto si eras bien burra. A mí se me murió el marido y sigo sin trabajo, y con dos hijos que mantener’. O sea, gracias por amargarme (más) el momento.

9. Las actividades ‘entretenidas’

Algunos organizadores de este tipo de reuniones consideran que es necesario tener actividades a las cuales consideran ‘divertidísimas’, como un rally o juegos de mesa… ¿Really? ¿A los 30 y tantos?

10. Los recuerditos

En general, los souvenirs que dan en cualquier fiesta (ya sea bautizo, primera comunión o boda) no tienen utilidad alguna. A ver, ¿a quién se le ocurre que una canastita con un pato sirve para algo? Bueno, en las reuniones de generación, menos. A menos que sea un portarretratos (vacío, sin la foto de generación), así puede ser que nos interese un poco. De lo contrario, omitan esta parte.