Hay quienes en una especie de ritual citadino, escapan despavoridos del DF en cuanto terminan su último día de trabajo. Las carreteras y caminos se congestionan, las playas y lugares turísticos son un clon (terriblemente mal hecho) de nuestra ciudad y lo mejor de todo es que aquí se respira aire limpio.

Siempre se agradece escapar unos cuantos días para tomar nuevos bríos para el año que entra.

Hay quienes prefieren quedarse para “disfrutar la ciudad”.

A otros de plano no nos alcanza la cartera.

¿Tú qué dices?

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