¿Cómo omitir en este conteo a la mamá más sufrida del imaginario chilango, la mismísima Llorona? Cuentan que hasta la fecha se pasea por las calles nocturnas lamentándose por sus chamacos perdidos. Suponemos que, a estas alturas de la vida, si te la encuentras en las calles del Centro Histórico, la confundirías con una darketa del UTA.