El reportero cree que está fácil…
De alguna manera contacta a un personaje de mediana celebridad y nos ofrece una entrevista “exclusiva”. Evidentemente no la voy a publicar, pero nomás por morbo la leo.

¿Cómo identifico que se trata de un bodrio?

1. Su entrevista empieza desde el saludo:

P: Hola, cómo estás, gracias por aceptar esta entrevista para Chilango.

R: No, el agradecido soy yo…

P: No, cómo crees, en serio, el gusto es mío…

R: No, es mío…

Etcétera.

2. Sin conocer ni pizca del personaje, nomás con leer las preguntas, soy capaz de adivinar sus respuestas.

3. Escribe a cada rato “(risas)”, así, entre paréntesis. Puaj.


¿Por qué le salió tan mal?
El reportero se sentó con el personaje, prendió la grabadora y se puso a preguntar. Transcurrido cierto tiempo, dio las gracias, apagó la grabadora, volvió a su casa, transcribió la charla tal cual… y ya. Eso es lo que entrega. Digamos que el “cree” que eso es una entrevista.

¿Podría ser peor?
Sí, cuando resulta que el reportero pudo conseguir al entrevistado porque es su tío abuelo —que fue o un famoso actor de telenovelas en 1975, o un pintor de quinta que en 1983 tuvo una exposición colectiva.