Un 29 de junio pero de hace 115 años (1900), el autor de El Principito llegó al mundo en la provincia de Lyon, relativamente cerca de París, Francia. Su vida estuvo llena de detalles increíbles que forjaron su carácter y matizaron su obra. Aquí les dejamos algunos de estos datos, para conmemorar el cumpleaños de este hijo pródigo de Francia.

Un nombre algo difícil

Su nombre, Antoine de Saint-Exupéry es un tanto difícil de pronunciar para sus seguidores de habla hispana e inglesa. Sin embargo, pocos saben que su nombre completo era Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry, mucho más largo y complicado que como lo conocemos. Este extenso nombre se debe a que su familia provenía de la aristocracia francesa, sin embargo, Antoine quedó huérfano de padre cuando era niño y su familia sufrió problemas económicos.

Con la cabeza en las nubes

Voló por primera vez a los doce años y desde entonces sintió un profundo deseo de surcar los cielos. Intentó ingresar a la Escuela Naval de Francia pero fracasó y es entonces que decide estudiar arquitectura en el colegio de Bellas Artes de París. Nunca terminó su carrera, pero cuando le tocó hacer el servicio militar, no perdió la oportunidad de hacer realidad su sueño de volverse aviador.

Su relación con América Latina

El mismo año que inicia su carrera literaria, se muda a Argentina, donde fue piloto de la empresa Aeroposta. Los paisajes de la Cordillera de los Andes dejaron una profunda impresión en su sensibilidad, al punto de haberle dedicado muchas páginas en su novela Vuelo nocturno. Es precisamente en Buenos Aires que conoció a su esposa, Consuelo Suncin.

La rosa de Antoine

Consuelo Suncin-Sandoval fue el amor definitivo de Antoine de Saint-Exúpery, con quien tuvo una relación turbulenta y llena de desencuentros. Regresan a Francia a casarse (Consuelo tenía ascedencia francesa) pero la vida y el carácter del escritor vuelven la relación difícil. Ella sufre de continuas infidelidades, es por ello que en El Principito aparecen múltiples rosas. Sin embargo, y en un homenaje a su esposa, en la obra escribe que a pesar de existir muchas flores similares, su rosa era única y especial.

Un fenómeno mundial

A pesar de ser considerado por algunos como un libro infantil, muchos analistas literarios lo han descrito como un libro profundamente filosófico y un tratado sucinto sobre la naturaleza humana, que brota del espíritu contemplativo y reflexivo del autor. Tal es su éxito y alcance que es considerado el libro no religioso con más traducciones. La versión braille cuenta con los grabados y las ilustraciones en relieve para gozo de personas con debilidad visual.

Fama como escritor

A pesar de que indiscutiblemente El Principito es su obra más conocida y aclamada, tuvo otras contribuciones al mundo de la literatura. Su novela Vuelo nocturno, la cual escribió a los 30 años, fue un éxito editorial con 6 millones de ejemplares vendidos e incluso fue llevada al cine por la Metro Goldwin Meyer.

Una vida accidentada

Su labor como piloto era riesgosa y tuvo un par de accidentes muy aparatosos que sirvieron como motivo en su trabajo literario. Al inicio de El Principito, cuando el pequeño niño se le acerca con la petición de que le dibuje un cordero, el aviador se encuentra en un desierto tratando de reparar su aeronave. De Saint Exupéry se accidentó en un desierto del Líbano y esta experiencia la plasmó en su obra.

Del francés al otomí

De Saint-Exupéry concibió el texto original en francés (Le Petit Prince), pero su obra ha flanqueado exitosamente las barreras del idioma. En 2014, fue presentada la versión en otomí de El Principito. Al no existir una traducción literal del término, el nombre de esta obra está más bien cercano a “El Pequeño Gran Jefe”. El otomí no es la única de nuestras lenguas originarias en las que se encuentra traducida esta obra: también existe una edición en náhuatl y otra en lengua maya.

Billetes de El Principito

Antes de que el Euro dejara en desuso a la moneda nacional francesa, se imprimió una edición especial del billete de 50 francos en honor al autor que puso en alto el nombre de su patria. En la cara principal se encontraba el rostro de Antoine de Saint-Exupéry, una figura del Principito en su asteroide y una boa devorando un elefante. Al reverso se encontraba una avioneta (en alusión a su trabajo de piloto) y otra ilustración de El Principito.

Un parque de diversiones

Para Antoine de Saint-Exupéry, la mente de los niños era un tesoro que debía preservarse. Por ello, para disfrute de los niños de todas las edades, a partir de 2014 existe un parque de diversiones de El Principito en la población francesa de Ungersheim, cerca de Molhouse. Puedes volar en globo aerostático, disfrutar proyecciones en 3D o abrazar zorros y corderos como si estuvieras dentro de la historia. Si quieres saber más sobre este lugar, da clic aquí.

Esperamos que este viaje por el universo de Antoine de Saint-Exupéry les haya gustado. Recuerden que nunca es tarde para leer El Principito, pues todos fuimos niños, aunque algunos lo hayan olvidado.

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