Jueguen como hinchas

Por Cascarito

La frase aplica siempre después de los partidos: “hoy lo importante era ganar”. Y se usa, siempre de los siempres, para justificar que el equipo ganó, aunque jugando mal, o a veces muy mal. Sale de la boca de jugadores, entrenadores, directivos, en encuentros de liga, de liguilla, de clasificación al mundial, del propio mundial. Es buena para aplicarse en cualquier declaración post-partido en torneos de todos los niveles imaginables.

La frase, claro, no es más que la máscara avergonzada con que se oculta la violación al primer compromiso de los protagonistas del espectáculo más popular: jugar bien.

Ayer, es cierto, México debía ganar a Guadalupe, porque si no lo hacía quedaba fuera del torneo de naciones de peor ralea del planeta. Y si eso ocurría la cosa no hubiera acabado con un simple: “bueno, ya pasó, ahora hay que pensar en el partido contra Estados Unidos”. No, si al Tri lo echaba La Guadeloupe (una isla que de extremo a extremo mide 69 kilómetros y con la misma población que la delegación Benito Juárez), el sablazo a la autoestima hubiera dejado, quizá, una herida de la que no se iba a recuperar hasta las eliminatorias de la Copa del Mundo Brasil 2014.

Esta bien, México ganó. Pero si lo hizo no fue porque los “dioses del Estadio” así lo mandaron. Como hacía muchos pero muchos meses no ocurría, el equipo tuvo atrevimiento, creatividad y orden. Y esos tres valores juntos difícilmente entregan malos resultados. Lo mejor de todo fue que en el medio campo, donde se define el destino de los equipos, Pinto, Barrera y “El Venado” se animaron a divertirse con la pelota, a desmarcarse, a cambiar la velocidad, a sorprender con el toque con tal de superar a los atletas monumentales de una isla caribeña que amalgama la potencia africana con la elegancia francesa.

La realidad de la Selección es triste y desoladora como la del país a que representa. Por eso, como quien agradece que exista algún político que no sea ladrón o corrupto, celebramos que los verdes hayan hecho un trabajo modestamente correcto y se atrevieran, por minutos, a sacudirse la mediocridad.

Una hazaña en La Plata

En Argentina, el equipo más viejo de todos se llama Gimnasia y Esgrima La Plata. Fundado hace 122 años, no ha ganado jamás un título de liga. Pero su historia de sufrimiento y resurrección es más fuerte que su escasa cosecha de títulos (contrastante con la de su gran enemigo, Estudiantes, hoy finalista de la Libertadores).

Ayer Gimnasia jugó contra Atlético Rafaela el segundo partido de Promoción.

Es decir, por ser uno de los peores conjuntos de la Primera División en los últimos seis torneos, Gimnasia estaba obligado a disputar un ida y vuelta contra Rafaela -uno de los mejores de la Segunda-, para que la serie definiera quién subía y quien bajaba. El primer partido Gimnasia lo perdió de visitante 3-0. Para mantener la categoría, en el partido definitivo en La Plata debía obtener el mismo resultado, algo que sonaba imposible. Hasta el minuto 27 todo iba 0-0. Al final, con dos goles en tiempo de reposición, y jugando con sólo nueve hombres, la hazaña se consumó. Nunca antes vi en una tribuna tanta gente llorando llorando de la emoción.

Pero más allá de la fantástica gesta, algo casi imperceptible llamó la atención: antes del partido, en uno de los alambrados de la cancha, un pequeño trapo azul y blanco de la fanaticada gimnasista mandó un mensaje profundo a sus jugadores: “jueguen como hinchas”.

Ojalá, en México, los futbolistas (selección incluida) empezaran a jugar así.

Los goles (video)