Un terremoto de 8.9 grados Richter azotó la zona norte de Japón. Terrible. Cientos y miles de casas, establecimientos y calles se vieron afectadas, con un saldo inicial de 200 personas muertas. Terrible.

El epicentro se dio a 130 kilómetros de la provincia de Sendai y afectó gran parte del territorio del país.

Pero el destino le echó más gasolina al fuego: el país del Sol Naciente está rodeado de costas marítimas, por lo que el movimiento sísmico causó un terrible tsunami (tsurimi, para los versados, como Ninel) que dejó, junto al temblor, un total de 4000 muertos (aunque, claro, hablamos de cifras iniciales). Terrible.

Pero, si no bastó con la devastación sismo-tsunami, vino, para variar, la debacle nuclear: las plantas de energía de Fukushima, Tokio, Onagawa y algunas otras, registraron fallas en sus sistemas de enfriamento (dada la falta de energía eléctrica) y un aumento de actividad energética tan peligroso como el infame meltdown de Chernobyl, de hace más de veinte años.

Así, el gobierno japonés enfrenta su peor crisis desde el ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki en 1945. Fuerzas de rescate y ayuda humanitaria empezaron de inmediato a llegar a la zona, tratando de alguna manera de solventar una situación que, por el momento, sigue en estado crítico.

Para mayores informes, consultar la página de la Embajada de Japón en México.

Nosotros les echamos las mejores vibras a los japoneses. Y les decimos que los amamos por estas 51 cosas.