"Si viajas en el tiempo, no toques nada". Así lo recordó
alguna vez Homero (el celebérrimo Simpson, no el dramaturgo griego) cuando se
encontró en pleno jurásico. Sin embargo, tuvo la mala suerte de estornudar, y
todo valió madre: los dinosaurios se extinguieron por su culpa, el mundo se
convirtió en un régimen de terror de Flanders y, en fin, todo se volvió un caos
por el simple hecho de hacer una cosa inofensiva que no tendría por qué
afectarle a nadie.

Ahora imagínate si este dude hubiese hecho lo que tú querías que hiciera...

Ahora imagínate si este dude hubiese hecho lo que tú querías
que hiciera…

Bueno: esta teoría se llama el Efecto Mariposa porque, según
un matemático chino (tenía que ser oriental), el aleteo de una mosca en un
sitio puede ocasionar un huracán del otro lado del mundo. Esta teoría es muy
divertida; incluso puede volver loco a Ashton Kutcher. Sin embargo, hay quienes
la han llevado demasiado lejos: Martín Rábago, el arzobispo de León, afirmó en
conferencia de prensa que la violencia y el matrimonio entre personas del mismo
sexo son la causa de que Dios nos está hablando, en el florido lenguaje de los
desastres naturales. Zaz.

Ahora imagínate si este dude hubiera preferido a Bruce Willis.

Ahora imagínate si este dude hubiera preferido a Bruce
Willis.

Y, bueno, la noticia es pitorreable por donde se vea.
Primero, es sumamente irresponsable. Sobre todo viniendo del representante de
una institución que, por lo menos desde hace unos mil y tantos años, no se ha
caracterizado por hacer campaña a favor de cosas chidas como la libertad, la
justicia, el sexo o el Duvalín. Segundo: neta neta neta, ¿hay alguien que crea
que la relación entre dos hombres es la causa de que Chile esté al borde del
colapso? Que alguien le avise a Rábago que Dios no es Chuck Norris.

Chuck Norris: haciendo llorar a Baby Jesus desde 1979.

Chuck Norris: haciendo llorar a Baby Jesus desde 1979.

De cualquier modo, justo hoy entra en vigor la ley

que
permite el matrimonio entre dos personas del mismo sexo en el DF. Bien por
ello. A ver si a la próxima el arzobispo cuida su eclesial bocota. Porque, a
veces, Dios sí que puede convertirse en Chuck Norris…