Cuando Rodolfo me pidió que le aclarara qué se había descubierto, tuve que explicarle que la cura seguía sin existir.

Días después, me encontré con Lourdes Lechuga, una enferma miembro de la Asociación Mexicana de Esclerosis Múltiple. Me contó con nostalgia que el 3 de abril recibió llamadas emocionadas: «¿Viste lo que salió? En la asociación hubo revuelo. Todo mundo pensó que era la cura. Los familiares nos decían: ¿ya viste?, ahora sí le van a dar».

Al rato hablé con María de Lourdes Ituarte, presidenta de ese organismo, que ayuda a pacientes y familiares. Enferma desde 1980, sufre para caminar y mover los brazos: «Ese día nos entusiasmamos: dijimos “ya la hicieron”. Fue la noticia. La noticia», enfatiza.

—¿Y ahora?

—Todos estamos esperando la cura.