Quedamos de vernos en la entrada del Palacio de Bellas Artes. “Podemos caminar hasta encontrar un lugar para platicar. Me gusta caminar, a veces sin rumbo”, me dijo un día antes por Facebook chat. Creí que la encontraría más crecida, pero su rostro amable, su cabello rizado y su sonrisa alegre siguen prácticamente intactos, como los recordaba cuando protagonizaba El Diván de Valentina.

Encontramos una placita sobre la calle de Madero. Ahí, ella frente a un smoothie y yo frente a un agua de frutas, empezamos la charla.

-Pensaba que te verías distinta, pero estás casi igualita a cuando estabas en El Diván de Valentina. ¿Qué edad tienes ahora?

-Tengo 23 años. ¿A poco sí me veo muy chiquita?

-Yo te veo prácticamente igual. Es que hay por ahí algunas fotos tuyas circulando en la red en las que te ves muy diferente…

-Me da un poco de risa todo lo que ha surgido a partir de eso. Ya sé a qué foto te refieres. Es una donde estoy pelona, ¿no?

-Esa mera. ¿Por qué te rapaste?

-Esa foto es de hace unos 5 años. Me rapé mientras estaba estudiando en Hong Kong y lo hice junto con unas amigas. Fue una cosa impulsiva como las que uno hace cuando es adolescente. Como tenía el cabello bien largo, lo doné a una asociación que hace pelucas para personas con cáncer. Tampoco es que ése fuera el objetivo, pero ya que lo tenía, ¿por qué no darle un propósito útil?

-A ver, ¿pero esa foto fue en Hong Kong? Porque tienes una caguama al lado, ¿en Hong Kong hay caguamas?

-No, jaja, la foto fue poco tiempo después, estaba en una fiesta aquí en México. Pero según yo no me veo tan mal, la verdad es que no entiendo por qué tanto escándalo. Cuando estuve en Nueva York hubo tiempos en los que estuve mucho peor, si querían fotos feas hubieran usado una de esas…

-A partir de esa foto se empezaron a decir muchas cosas de ti. Que si habías caído en las drogas, que si eras lesbiana, un montón de leyendas urbanas.

-Me parece divertido que la gente siga tan atada a los convencionalismos. No pueden ver a una chava pelona porque ya de inmediato es drogadicta o lesbiana. Seguimos teniendo un pensamiento muy infantil respecto a esas cosas. Y no infantil en el buen sentido.

-Entonces ni lo uno ni lo otro.

-No. A lo mejor también se malintepretó porque estando en Hong Kong hice muy buenas amigas y cuando regresé a México puse en Facebook que estaba en una relación complicada con una de ellas. Porque extrañar a la gente es complicado. Dejar a la gente que uno quiere, duele.

-Ya que estamos hablando de extrañar y de cosas del pasado, ¿cómo fue que llegaste a El Diván de Valentina?

-Todo empezó porque yo estuve primero en Bizbirije. Antes de entrar al programa yo ya jugaba con mi hermana a que éramos reporteras, y cuando se hizo casting yo me quedé y ella no, yo creo que porque ya estaba más grande y querían niños pequeños.

-¿Cómo era la experiencia de grabar Bizbirije?

-Era padrísimo, porque había un montón de niños y nuestro trabajo era jugar. En los descansos nos daban dulces, y aunque hacíamos mucho alboroto nos trataban muy bien. Me tocó el tiempo de Plutarco Haza, Esteban y poquito del de Mario. Fue entonces cuando nos dijeron que iba a haber una nueva serie en el 11, hice el casting y me quedé. Esa serie era El Diván de Valentina.

-¿No interfirió con tus estudios?

-Sólo la primera temporada, arreglamos con la escuela que pudiera faltar un tiempo pero tenía una maestra que me ponía al corriente. Ya en las siguientes dos temporadas el programa se grabó durante el verano para que no tuviera que faltar a mis clases. No alteró mucho mi vida, era la misma de siempre.

-¿Y veías las caricaturas del 11? ¿Cuáles eran tus programas favoritos?

-Me gustaban un montón Pingu y La Mosca. También La Bruja Desastrosa.

-¿Por qué crees que El Diván de Valentina haya tenido tanto éxito?

-No sé si es que haya tenido tanto éxito, como te dije, yo no le quise dar tanto peso , tal vez no quise pensármelo demasiado. Pero sí había mucha gente muy talentosa colaborando. Actores de teatro, buenos guionistas. Los temas que se tocaban eran muy realistas, no se trataba de maquillar nada. Al principio de la serie se muere Manchas, incluso se abordó el tema de la muerte de Mamaí y otras problemáticas como el divorcio.

-¿Y después seguiste haciendo cosas de actuación?

-Sí, hice un par de cosas de teatro. Fue la Tortuga Casiopea en la puesta en escena de Momo de Michael Ende, se llamaba, “Los ladrones del tiempo”. Contrataron a una niña porque era la única que cabía en la estructura de la tortuga, jaja.

-¿Y después?

-La vida me llevó por otras cosas. Me enteré de Colegios del Mundo Unido, que fue la asociación gracias a la que estuve estudiando en Hong Kong. Luego, estuve un tiempo en Argentina estudiando cine y bailando tango. Fue entonces que me gané una beca para estudiar en el Ringling College of Art and Design y ahí estoy estudiando artes plásticas. Me falta un año para terminar. A veces tengo sentimientos encontrados, porque yo defiendo mucho la educación pública y ésa es una escuela muy cara, pero tampoco pienso desperdiciar una oportunidad tan grande.

-¿Y qué haces ahora en México?

-Vine por mis vacaciones de verano. Es por eso que podemos estar haciendo esta entrevista. Contigo quise hablar porque me caíste bien y me vibraste muy chido, pero luego me puse a pensar: ¿a poco alguien querrá saber sobre mí? ¿No es seguirles el juego a esos que han escrito tantas cosas bobas sobre mí? Es más, he leído notas y comentarios que dicen cosas como “me arruinaste la infancia, eras mi amor platónico”. Luego pienso: si son la clase de chicos que no estarían con una chica porque está pelona, qué bueno, mejor que ni se me acerquen, jaja.

Terminamos la entrevista y la pido una foto para ilustrarla. Me propone en broma que vayamos a una tienda cercana a tomarla en uno de los sillones, como si estuviéramos en el famoso diván. Le tomo la palabra y ella, sorprendida, me dice: “no pensé que te tomaras la broma en serio”. A hurtadillas, como cometiendo una travesura, se sube a los sillones y le hago algunas fotos. Por una tarde volvimos a ser niños, como cuando ella encarnaba a Valentina Valdez Valdivia y yo, a través de mi tele, esperaba ansioso a que empezara un episodio más de la serie por el Canal 11.

Y a ti chilango, ¿te latía El Diván de Valentina?

También checa:

Cosas que coleccionábamos en los 90
Señales de que creciste viendo el Canal 11
Moda retro chilanga