Que levante la mano quien no haya dejado la piel en la cancha durante esos partidos de fútbol llaneros que tanto nos gustan. Evo Morales es de esos que se desviven en el campo. Así lo vimos durante una ‘cascarita’ que el equipo del mandatario boliviano (del partido Movimiento al Socialismo) jugó contra los miembros del partido Movimiento Sin Miedo.

En el encuentro, el presidente de Bolivia, Evo "cochinito" Morales, enloqueció después de que uno de sus contrincantes le diera tremenda patada en la espinilla. Entonces, Evo aplicó el "ojo por ojo" con
"maestría": se acercó a él, fingió
que se revisaba las calcetas
y dirigió magistralmente su rodilla hacia los genitales del jugador, con lo que mostró lo que nos da por llamar poquitísimo autocontrol de la violencia.

Tal fue la "aptitud" aplicada por el presidente de Bolivia, quien, cual ídolo mexicano –obvio, nos referimos a nuestro "jorobadito"–, sin decir agua va, aplicó la justicia por mano propia.

Obvio el arbitro sacó con temor la tarjeta roja, pero a Evito le valió y continúo dentro de la cancha el resto del partido, mientras el otro jugador seguía tirado sobándose.

El comunicado de prensa para justificar tal acto fue "enorme": en 5 párrafos el gobierno boliviano explicaba cómo habían lastimado la pierna del pobre presidente: "Tras el ‘impacto violento’, el mandatario debe reposar tres a cuatro días, además de someterse a un tratamiento de crioterapia en la zona afectada y fisioterapia de carácter analgésica".

Si esa fue la receta de Evo, imagínense como le fue al del rodillazo…