¿Cómo lo identificas?

Si te lo encontraras en un callejón oscuro, no correrías, sino que te harías chiquito esperando que la madriza no sea muy severa. Pero no: esta vez te lo encuentras en un pesero. Sube como con prisa y reparte algún artículo que nadie compraría así por gusto: pulseras de la virgencita de Guadalupe, rosarios chafas (aunque hechos a mano), chocolates insípidos, plumas con lucecita, o con tinta invisible. Si la compra dependiera del producto, sería un fracaso. Pero no: esto se trata de compasión. “Yo soy una dicto rehabilitado a la droga y el alcohol, pero afortunadamente encontré el apoyo de (inserte aquí el centro de rehabilitación juvenil – Iglesia Cristiana – clínica de su preferencia) y pude salir del infierno en que vivía. Ahora vengo solicitando su apoyo, ya que somos una institución que sobrevive con sus propios medios”. Entonces la gente comienza a comprar. El punchline final es cuando dice, sin empachos: “yo podría estar en las calles robando su cartera, pero prefiero hacer esto por el buen camino en vez de andar de maolra”. No, pos así sí. Acabas comprando tu chocolate Bon-Bon, que, lo sabes desde siempre, terminarás regalando a alguien más.

¿Qué quiere?

Generar compasión para que les dinero fácil. Muchos de ellos sí son adictos rehabilitados, pero muchos más son sencillamente huevones.

Es chocante porque…

No hay modo de decirle que no. Siempre terminas comprando algo, o, de perdis, haciéndote el dormido.

Su empleo alternativo:

Agente de telemarketing, gerente del departamento de cobranzas de un banco.