Con ustedes, el nuevo espacio de:
Miranda Hooker.

Conocida también como @locadelamaceta. Blogger mexicana, escribe de vez en cuando para desenmarañar su vida cotidiana, vive con su esposo y sus dos hijas, aquí.

El qué dirán

Dicen la vida no vivida de los padres es la influencia más fuerte en la vida de los hijos. Eso, tal cual, me sucede con mis retoños, Victoria Luminosa y Mini Dancing Queen, al momento de salir a caminar. Como hacemos la mayoría de los trayectos en automóvil, la caminata es, para su infancia chilanga, una fuente constante de novedad. Ellas van narrando lo que ven: Ferretería “El Güero”, Estética Ladys, casa número 23 antes 187, el puesto de tortas gigantes y yo sólo pienso en que lleguemos a la esquina y tengamos que cruzar una calle sin semáforo. Porque, confieso, nunca aprendí a hacerlo. Quien me vea a lo lejos podría decir: mira esa señora como que agarra vuelo para atravesar, porque oscilo entre que me adelanto y me espero tantito, repetidamente, sin disimulo. Mientras, mis hijas terminan de enumerar los comercios aledaños y percibiendo el peso de mi influencia en ellas, me preguntan a quién estamos esperando. A que Ansiedad se vaya, cariño. Una, dos, tres, cruzamos como si nos asechara el demonio. ¿Cuántas calles nos faltan, mami? preguntan, entonces. Yo, sin falta, me propongo tomar las lecciones urbanas (urgentes) que me habiliten en el toreo de coches. He de hacerlo antes de que a ellas les llegue la adolescencia, por su bien y por el mío. Para empezar -y como no sé a quien recurrir-, apelaré a la sabiduría popular, rigiéndome por el aquí corrió para evitar el aquí quedó. Asi que si ven a una mujer treintona atravesando la calle con el ceño fruncido y corriendo a velocidad angustiosa, ya saben quién es.