La palabra “naco” se ha reinterpretado de diferentes maneras: se ha usado para espetarle a alguien su lugar inferior en la escala social, pero también se ha utilizado como símbolo del empoderamiento del lumpemproletariado.

“Hola, mis queridos aborígenes de la tribu totonaca”. Dice el Pirrurris -personaje cómico que satiriza a un junior fresa interpretado y creado por Luis de Alba en los setenta- al iniciar su sketch. Es gracias al “Pirrureishon”, quien aparecía en el programa de televisión El mundo de Luis de Alba y posteriormente ‘La carabina de Ambrosio’, que el término “naco” es tan popular en nuestro país. Hay quienes, incluso, le adjudican a él la creación de dicha palabra (probablemente nacida de la aféresis de “totonaco”, nombre de un pueblo indígena originario de Veracruz, de donde Luis de Alba es originario). La etimología, en realidad, es muy discutida: se ha propuesto que es una palabra del otomí que significa ‘cuñado’, o que viene del náhuatl “xinakatl”, que significa ‘encuerado’; o bien del español “chinaco”, palabra que se usaba para referirse a un guerrillero mestizo de la causa independentista. La verdad es que la palabra “naco” es más interesante por su significado y sus usos que por su etimología.

El Pirruris se presenta a sí mismo como licenciado en Antropología, especializado en la investigación de la Nacología: “la ciencia que trata todo lo relativo a los nacos”. Aunque en sus bromas también se burla del estereotipo del “hijo de papi”, su mofa principal es en contra del individuo pobre, carente de alta cultura y sofisticación:

“¡Qué chistoso hablan los nacos!, ¡es como otro idioma! Dicen «haiga», «pior», «dijistes», «métete pa’ dentro»… ¡Qué chistoso que hablen tan diferente y con formas que nunca hemos visto escritas! Conozco a alguien que habla así, como inculto, y saberme superior a él -que no sabe ni hablar- me hace sentir taaan bien…”.

Esa es la lógica de quienes disfrutan este tipo de comedia clasista. De ahí se está a un paso ya no se diga de la burla, sino del insulto.

¡Clásico, a huevo te tenía que salir lo pinche nacote, güey!”

Así reacciona Tenoch, un “niño bien”, ante el escupitajo que le lanza su mejor amigo Julio, un chavo humilde, al enterarse que su novia le fue infiel con él, en la afamada película Y tu mamá también. Aunque es una obra de ficción, captura muy bien el encono con el que una persona de clase media (y superior) denuesta los actos incivilizados de alguien con menos potencial económico que él. Para algunos, “naco” es una palabra útil para recordarle a alguien que su manera de comportarse no está a su altura, y que hay una brecha social insalvable, y que, sobre todo, “ese naco y yo” no somos iguales.

“¿Es naco traer puesta la cachucha todo el día?”

Pregunta un chavo en Yahoo! Respuestas. Al parecer, le preocupa lo que la gente opine de él. Tal vez piense algo como “podré ser pobre, pero no naco”, porque, quizá, se imagina que ser naco versa más sobre tener mal gusto que en ser jodido. En una de esas igual y hasta puede disimular su pobreza. A fin de cuentas, existe algo percibido como “estética naca”: ponerle peluche al tablero del coche, usar ropa con animal print (como Nacaranda), vestir con traje y huaraches, o huaraches con calcetines, o simplemente con huaraches. Tal vez piensa que cuidando un poco su entonación y ocultando que le gustan las cumbias, puede disimular un poco su código postal.

“Naco es chido”

Aunque la RAE lo equipara simplemente a “indígena”, la AML, más cercana a nuestros usos y costumbres, ofrece dos acepciones: la primera es “que no es educado” y la segunda “que es de mal gusto”.

El grupo ‘Botellita de Jerez’ reivindica el valor de lo popular al afirmar, usando un término del mismo caló, que ser popular es genial (nótese lo ñoño que se escucha la frase al decir más o menos lo mismo con un vocabulario tan estándar). Lo naco es valioso porque está empapado de la cultura de la vida de las calles, que no por ser corriente y mundana deja de ser única. La estética naca se corresponde perfectamente con la estética kitsch, tan apreciada (por lo menos como fenómeno de la modernidad) como expresión en las más refinadas esferas de la apreciación artística. Algunos se han empoderado con el término, reconociendo en él un valor de identidad y un medio de expresión legítimo. “¿Que si me laten las cumbias? ¡A huevo! Soy un naco orgulloso. Un tatuaje de la Piedra de Sol en la espalda se les ve objetivamente increíble. Y quien nunca haya bailado o cantado una cumbia que lance la primera piedra.

El uso de la palabra “naco” como injuria ha disminuido con el tiempo. Ya no es políticamente correcto. Incluso cuando se usa en su acepción de “no refinado, de mal gusto”, se ha reemplazado por la palabra “corriente”. Tal vez por fin la gente se ha dado cuenta de cuán clasista es la palabra, y ya no la usa a pesar de lo consciente que es sobre la diferencia entre los estratos sociales. ¿Tú la usas? ¿Qué opinas de quienes la usan de forma clasista?

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