El mercado del arte en México está dividido en nichos, según observa Manuel Zavala, fundador y director del portal Artes e Historia México.

Aquí las categorías:
Las grandes firmas, como Diego Rivera, Frida Kahlo, José María Velasco, Dr. Atl, etc.
La pintura colonial, religiosa, costumbrista. «Es muy potente aunque muchas de las obras están protegidas por el INAH».
Subsecciones, como la pintura de Vicente Rojo, la Generación de la Ruptura, «controlada por algunas galerías como la López Quiroga o la Misrachi».
El arte contemporáneo, que «si bien es sobre todo arte objetual: lo que mueven es fotografía, objetos intervenidos, videoinstalación, etc. Y está controlado por galerías como Kurimanzutto».
La corriente de los «Oaxacos», «un estilo de pintura criticado por algunos y defendido por otros, con otro nicho y valor; responde a ciertas necesidades y a una demanda».
Artistas que producen y venden mucha obra, «aunque no tienen tanto peso cultural, y acuden a dealers en lugar de a galerías.


Existen varios mecanismos.

Están las “cajueleras”, es decir, las señoras ricas que traen litografías de Martha Chapa, de Vicente Rojo, en el coche. Abren la cajuela a las amigas y hacen su negocio».
Los corredores de arte o «cajueleros», como Dan Ismaj, no cobran comisiones exorbitantes como sí lo hacen algunas galerías. Sin embargo no ofrecen el mismo respaldo y la promoción que da una galería, y existe el riesgo de que los estafen. «Sucede mucho, a mí me pasó una vez con un curador a quien le presté mi obra», confiesa Zavala. «Ciertamente los artistas son víctimas, pero, también hay que decirlo, de su propia ignorancia o exceso de confianza».