Algunos van más allá e intentan detectar el gen del miedo. Un ejemplo es la labor de la Universidad de Bonn (Alemania), que ha descubierto por qué algunas personas que viven una experiencia traumática guardan sólo un mal recuerdo y otras sufren de estrés postraumático. La respuesta está en un gen llamado COMT, que regula un neurotransmisor vinculado con la ansiedad. Los investigadores han descubierto que existen dos versiones diferentes: Met 158 y Val 158. Quienes poseen dos copias de la versión Met 158 sufren mayores dosis de ansiedad al ver imágenes desagradables. Por el contrario, quienes poseen dos copias de la otra versión, Val 158, son capaces de controlar sus emociones. Este hallazgo salió publicado en agosto de 2008 en Behavioral Neuroscience, de la American Psychological Association. Para las indagaciones, el psicólogo Martin Reuter, reclutó a 96 mujeres de 22 años, y encontró que el alelo Met 158 es resultado de una reciente mutación en los seres humanos. El psicólogo Christian Montag, coautor del estudio, observó que la cautela puede ser adaptativa. “Es una ventaja ser más ansioso en un ambiente peligroso. Esta variación del gen es potencialmente sólo uno de los muchos factores que influencian el complejo rasgo de la ansiedad”, escribió el experto.