¿Qué significaba?

Hay dos acepciones de este apodo que ha circulado por el mundo adolescente desde hace milenios. La primera es el apócope de “chorejas” (orejas-chorejas-chori); la segunda, es el apócope de “chorizo”. “choriqueso” y demás variaciones del taco de longaniza de su preferencia.

¿A quién se lo decían?

Al que, antes que este apodo, gozó de otro igualmente famoso: el “vocho abierto”. ¿Por qué? Sencillo: en una competencia de vuelo corto, hubiese vencido a Will Smith sin ningún problema, con sólo dar un aleteo con tremendas orejotas. La segunda acepción se aplica a varios especimenes, a saber: los que parecen tamal mal amarrado, los que gozan de embutirse toda clase de embutidos (con o sin albur), los que gustan de la chistorra, o los que nacen con un apellido que tiende a parecerse al nombre de algún embutido (como Cortizo).