Sergio Andrade

Confiar demasiado

«Este pelo», exclama viendo su melena revuelta en el vidrio del patio. Va al baño y se cepilla. Productor de Yuri en la época de “Tiempos mejores”, creador de Crystal y Trevi, mantuvo romances con todas. Hoy sus tenis Wilson están desgastados, sus dedos están llenos de padrastros y llega a la entrevista en una polvosa Dodge Van de los 90. Por la apariencia, no hay vestigios de un Don Juan. Sugiere unas tomas en la azotea para que el lente lo tenga en una panorámica del barrio de Tlalnepantla donde vivió hace 30 años. Por su tamaño demora en subir. «¿Es futbolero?», le preguntamos (porta una chamarra del AC Milán). «Qué va. Es por el peso, debo usar ropa amplia», dice sofocado. Pero ante la cámara es coqueto. Hace muecas, entrecierra los ojos, mueve los labios, se ríe de sus ocurrencias.

«Este Sergio Andrade es muy juguetón», decimos. Amaga una sonrisita y ve a los ojos: «No saben qué juguetón puedo ser».

-¿Alguna mujer lo ha bateado?

-Me era dificilísimo hablarle a una muchacha. Muchas relaciones se han dado de ellas hacia mí. Salía de un ensayo con 18 años y una cantante me decía: «Tienes boquita de dame un beso» y me besaba. ¿Amor imposible? Tal vez Jennifer Connelly.

-¿Ninguna mujer le dijo que no?

-Porque yo no lo intentaba.

-¿Cuál es la receta? No es guapísimo…

-¿Me estás invitando a salir? -se ríe.

-Después de la entrevista…

-Pregúntaselo a ellas -dice.

-¿Qué le decían?

-Los ojos.

-Una mirada diabólica…

-A lo mejor eso (frunce el ceño y endurece en broma la mirada). Cuando Paganini hacía sus virtuosismos le decían “El violinista del diablo”. No sé por qué. ¿No es más cercano a Dios tocar maravillosamente?

-¿Salvo su madre, a qué mujer amó más?

-Muy edípico eso, ya superamos el Pedro Infante. Esteee, la mujer que más he amado. En algún momento será más propio decirlo. Con el problema (judicial), gente con la que tuvimos una relación maravillosa, romántica, marcó su raya y dijo: «No, nunca (me involucré con Andrade). Impensable». Por ahora no romperé eso.

-¿Alguna vez contabilizó sus mujeres?

-Sí (suspira).

-¿Cuántas?

-No recuerdo, han pasado los años.

-¿Se gusta mucho a sí mismo?

-No, me gusta mucho mi música. Como persona no, no especialmente.

-¿De qué conducta suya se arrepiente?

-Confiar demasiado, creer reales intereses sentimentales y no tener madurez para decir «¿qué hay detrás de esto?» Me dejé llevar por esa balsa: la adulación, el enamoramiento, donde la vida pierde realidad.

-¿Entonces, fue víctima de ellas?

-Los detractores siempre dicen «ahora resulta que él es la víctima». En toda relación no hay víctimas ni victimarios. Nadie dice «haré daño a mi pareja». Trata uno de nadar de la mejor manera.

-Es papá de una adolescente. Si se pone en el papel de los padres de las chicas del problema, ¿qué mensaje les manda a ellas?

-No soy nadie para enviar mensajes. Cada uno debe revisar sus actos para actuar en consecuencia, no para quemar en vida.

-¿Le sirve tener dos hijas chicas para entender la ira que provocaba?

-No se necesita tener hijas jóvenes ni grandes. El problema fue que los medios y los involucrados no dijeron las cosas como fueron, por conveniencia familiar y social.

“No tengo la menor idea (de cuántos hijos tengo)”


Nada más que decir

Andrade alterna los ejemplares de su catálogo de sonrisas que, de golpe, se apagan a la hora de hablar de la magnitud de su descendencia (se estima que tuvo ocho hijos con siete chicas del “clan”), de su presunto hijo Ángel Gabriel, la Trevi y la extraña desaparición en Brasil de la bebé de 33 días procreada por ambos, Ana Dalai, el 13 de noviembre de 1999. De acuerdo con la corista Karina Yapor, Andrade pidió a Gloria que cubriera con sábanas a la bebé para que dejara de llorar, lo que le causó muerte por asfixia. Otra corista, Liliana Regueiro, declaró que el cuerpo fue arrojado a un canal. En contraste, Gloria insinuó a la periodista Adela Micha que Katia de la Cuesta pudo ser la autora del crimen. No obstante, Antonio Carrizoza, reportero y amigo de Andrade en esos días, dijo a Chilango que pronto divulgará un email donde el productor le cuenta que la niña -hoy tendría diez años- vive en Europa, a donde la enviaron.

-¿Cuándo vio por última vez a Trevi?-preguntamos a Andrade.

-Perdona que insista, ¿quién dices? Quiero mantenerme al margen, incluso por respeto de su nueva condición.

-¿Cómo tomó lo dicho por Gloria (a la revista Quién): «el padre de mi hijo Ángel Gabriel es Armando (marido de Trevi)?»

-¿Quién es Armando, perdón?

-¿Y sí sabe quién es Ángel Gabriel?

-Tengo idea.

-¿Quién es?

-El hijo de Gloria Trevi, como ella muchas veces lo ha dicho.

-¿Y de quién más?

-Ella ha dicho «tengo todo el derecho a no decir de quién más» y lo respeto.

-¿No tiene profundas ganas de verlo?

-¿A Armando? (risas)

-No, a Ángel Gabriel.

-En la vida hay tantas cosas que uno quisiera realizar y que no hacemos.

-«Quisiera realizar»…

-Y que no quisiera. Quiero ser muy ambiguo en ese tema, no está en mí comentar cosas. (Los Gómez Treviño) son una familia con la absoluta convicción de que quieren estar estructurados de esa manera y yo respeto.


Que lo quieran

Rechaza con un «la siguiente» hablar de Ricardo Salinas y Paty Chapoy, cabezas de la poderosa cobertura de su odisea y supuestos autores de lo que llama “venganza de TV Azteca”, al parecer por no haberse cambiado a esa empresa. «No quisiera abundar -dice-, pero con un productor suizo de Hollywood, Keller, estamos preparando para fin de año una película. Ahí las cosas van a encajar».

Damos nombres y le pedimos conceptos.

-Lucero.

-¿Lucero mamá o hija?

-A ver, la mamá…

-Mmm (risas), son dos preguntas. La que sigue.

-Karina Yapor.

-Que Dios la bendiga.

-Gloria Trevi.

-(Silencio siete segundos). Que encuentre la felicidad que se merece.

-Ángel Gabriel.

-(Silencio cuatro segundos) Que sea muy querido, que lo quieran mucho.

-Ana Dalai.

-Que Dios la tenga, como sé que la tiene, en su seno.

-¿Cuántos hijos tiene?

-No tengo la menor idea.

-Tampoco sabe sus nombres…

-Gente relacionada (con él) dice «no, yo no». Lo mejor es ni desfachatez ni desvergüenza. La madre, que es la que sabe de quién es el hijo, o las madres, son las que tienen que decir sí es de él o no.

-¿Sólo acepta a Gustavo y sus dos hijas?

-Sí.

-¿Es un hombre feliz?

-Un hombre tranquilo que busca la felicidad. Me hace feliz hacer mi música. Decir «soy un hombre feliz» es muy ambicioso. La felicidad, en mi vida, ha sido evasiva y momentánea. Por momentos soy feliz y vivo muy animado, con mucha ilusión.

-Cuéntenos qué pasó con Ana Dalai.

-Ya se ha contado y pensé que, dentro de su estructura periodística, tendrían el buen gusto de no preguntar. No tengo nada más que decir.

-¿Qué le gustaría que dijera su epitafio?

-Ay… Sergio Andrade, músico… y como decía Sabines, “amoroso”.