Con tres libros de periodismo narrativo, recupera la no ficción como género, y demuestra que la realidad es la mejor literatura.

[Biografía]

-Monterrey, 1980.
-Como reportero ha cubierto la represión en Atenco, el desafuero de AMLO, la Otra Campaña del EZLN, la rebelión en Oaxaca y algunos sucesos de la guerra del narco, en Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas y Nuevo León.
-Ha publicado tres libros de periodismo narrativo: Oaxaca Sitiada. La primera insurrección del siglo XXI (2007), El Cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco (2009) y Nosotros somos los culpables. La tragedia de la Guardería ABC (2010).

[Una anécdota]
Ahora intento escribir sobre un poderoso hombre de México, contar lo que significa el poder en nuestro país. Para ello, me colé a una fiesta en la que mi perfilado dio un breve mensaje. Accidentalmente quedé a un lado de él y frente a un montón de fotógrafos. Uno de ellos había estado conmigo en balaceras de Oaxaca en 2006 y le parecía marciano verme ahí, en un lugar tan glamoroso, con mi aire forastero y mi saco de pana con parches en los codos. Al acabar el acto, la fiesta siguió y fui a la barra. De pronto sentí una mano delicada en el hombro: una guapa mujer me ofrecía un trago. No supe quién era. Minutos después caí en la cuenta de que se trataba de la actriz ¿o cantante? Patricia Manterola. El ligero roce con la élite hizo magia. Al día siguiente busqué en las secciones de sociales las imágenes del evento, para verme junto al poderoso anfitrión. No estaba en ninguna: fui borrado de ese breve instante junto al poder. El photoshop me había devuelto a mi humano sitio.

«Los reporteros contamos hechos que parecen ficción; ojalá lo fueran.» Diego osorno

[La ficción Vs La realidad]
Si cuento que hoy en la mañana, al salir de mi departamento, me topé con una cabeza humana sobre una cartulina en la entrada del edificio, pocos dudarían que estoy mintiendo. En México, lo inverosímil se ha vuelto la realidad. Los reporteros contamos hechos que parecen ficción; ojalá lo fueran. El sicario de fama más sanguinaria de este país se apoda La Barbie: ¿qué imaginación literaria puede superar eso? Nuestro problema actual no es la verosimilitud, sino buscar la forma adecuada de penetrar la cultura que hace posible que sucedan estas cosas tan irreales que vivimos. Hace más falta saber la historia de Edgar Váldez Villarreal que la vida, obra y mito de La Barbie. Ante un momento tan tremebundo, cargado de sonidos de bala que en ocasiones resultan ser fuegos artificiales, yo optaría por una escritura más sobria, con el tono respetuoso e indignado a la vez, que utilizas durante el funeral de un amigo asesinado.

[Él recomienda]

Una novela: Este país no es para viejos, de Cormac McCarthy; dos ensayos: La búsqueda del olvido, de Richard Davenport-Hines, y Punks de Boutique, de Camille de Toledo. Y también un maravilloso libro de reportajes: Las Botas, de Ryszard Kapuscinski.

[Su libro]

Nosotros somos los culpables. La tragedia de la Guardería ABC, 2010, Grijalbo Mondadori, $169.