Todos hemos tenido malas experiencias con los taxistas. Que si no tienen cambio, que si traen la música a todo volumen, que si ya tomaron la ruta más larga, que si van más lentos que una tortuga, que si les haces la parada y se detienen una cuadra después y debes correr porque sino los señores se enojan, arrancan y te botan…

Sí, las ganas de darles unos cuantos golpes en la cara son inmensas.

Ahora bien… ¿cómo calificarías tu modus operandi con ellos? ¿Has pensado que no son ellos sino tú?

Aquí unas palabritas que te ayudarán a entenderlos (lágrimas), a mejorar la convivencia y a hacer el
servicio más rápido y eficiente.