Sí damita y caballero, el tren del mame inaugura una nueva estación: los dadbods. “¿Y eso con qué se come?” se preguntarán ustedes. Pues ahí les va: después de los metrosexuales y su ceja depiladísima, vinieron los lumbersexuales, esos leñadores de aparador que en su vida han tocado un hacha pero se ponen camisitas de franela a cuadros para (al menos en su mente) verse más machines.

¿Cuál fue el siguiente peldaño en la escala pokevolutiva? El “dadbod”, que, traducido literalmente sería “cuerpo de papi”. Esta nueva tendencia aboga por un cuerpo menos trabajado. Así que si ya invertiste en tu membresía del gym y le chingaste durísimo para mantener un abdomen plano, ya te la pelaste, porque la nueva tendencia es la panza chelera.

¿De dónde viene el término?

El término “dadbod” se puso de moda gracias a una estudiante de 19 añitos de la Universidad de Clemson, quien en la plataforma online The Odyssey publicó su manifiesto “Por qué las chicas aman el dadbod”. En este texto, la joven Mackenzie Pearson ofrece las razones por las cuales las chicas de su edad encuentran esta clase de cuerpos más atractivos.

¿Acaso somos los únicos que encontramos en este asunto un tinte de Complejo de Electra, que Jung proponía como una forma de atracción de las chicas por la figura paterna? Tal vez la joven Mackenzie se estaba proyectando al afirmar que tooodas las chicas de su generación se encuentran atraídas por este tipo de cuerpos, desdeñando a los chicos con siluetas bien definidas.

¿Por qué ellas prefieren el ‘dadbod’?

En su manifiesto, la chica ofrece varias razones entre las que destacan las siguientes:

Son más abrazables: nadie quiere empiernarse con una roca. O con Edward Cullen (según ella, yo conozco a muchas y muchos que no le harían el feo).

Buenas comidas: no tendrás que vivir en constante neurosis por lo que vas a comer estando con ellos. Si se les antojan unos tacos, pues va. Si se les antoja una pizza, también. No tienen restricciones en cuanto a los menús.

Lo que ves ahora es lo que obtendrás: sí, tal vez el chico con el que ahora sales tiene cuerpo de Adonis, pero lo más probable es que un día deje su adicción al ejercicio o decida botar su vida de ensaladas y pechugas asadas. Como si de adoptar una mascota se tratase, al salir con un “dadbod” ya tienes una idea de cómo va a ser en el futuro y no te llevarás desagradables sorpresas.

La inseguridad, siempre la inseguridad

Además de las tres razones citadas anteriormente, la chica ofrece otros dos motivos que más bien parecen brotar de sus propios miedos: “Ellos no nos intimidan” y “nos gusta ser el centro de atención”. Y aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Lo que parecería una justa revancha ante la opresión de los estándares de belleza predominantes, se convierte en un asunto de ego.

Según ella, a las chicas les gusta ser el epicentro de las miradas, no les gusta sentirse eclipsadas por el chavo con el que andan. “Yo soy la bonita de la relación”, pues. Como esos hombres que no salen con mujeres que ganen más que ellos o con mayor éxito profesional porque se sienten poca cosa, las mujeres que prefieren los dadbods (o al menos Mackenzie) dicen que les es más fácil abordar a un chico con el cuerpo blandito que a uno con las abs de Jesucristo.

¿Y la salud, apá?

Otra cosa que nos salta de pronto es, ¿la tendencia hacia el dadbod no se contrapone con programas de salud pública que insisten en machacarnos las neuronas y los oídos con jingles tipo “Chécate, mídete, muévete?” ¿No que más vale PrevenIMSS y que hay que estar bien atentos a cuánto nos mide la cintura porque nos puede agarrar la “diabetis”?

Como en todo, la cosa es moderarse. El “dadbod” puede ser una tendencia sana física y psicológicamente cuando incluye ejercitarse de vez en cuando, sin clavarse hasta el punto de asemejarse a Arnold Muchasletras en sus años de gloria. Así como las pasarelas han empezado a aceptar modelos femeninas de tallas grandes para dejar de promover anoréxicas, también los hombres tenemos derecho a tantita panza y a que nuestra pareja nos diga “qué bellos son tus senos de hombre”.

¿Entonces, sí o no al dadbod? Pues como diría Juanga, “¿pero qué necesidad, para qué tanto problema?”. Si lo tuyo es el ejercicio pues dale, si lo tuyo es el levantamiento de tarro o de fritanga, pues también está chido. Cada quien es dueño de su propio cuerpo, si uno va por la vida dejando que las tendencias lo definan, entonces está de la verch. Recuerden chilangos, quiéranse como son, pues no hay cosa más buena y más sana, que cada quien haga lo que se le dé su chingada gana.

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