¿Y éste qué?

Si el mundo prehispánico hubiese tenido un López Obrador, ése hubiera sido Cuitláhuac. Checa: cuando Hernán Cortés se fue a España a avisarle a Chabela y Nando lo que había encontrado acá, dejó a cargo a un tal Pánfilo de Narváez, que con todo y ese nombre era bastante ojete. Entre otras cosas, el buen Pánfilo hizo una matanza sanguinaria entre los aztecas. Cuando Hernán Cortés regresa y trata de negociar con el entonces tlatoani, Moctezuma, se armó la gresca: los aztecas le pusieron en la torre a los españoles, en la famosa Noche Triste (ajá, la del árbol). Adivina quién lidereó esa escaramuza. Exacto: el mismísimo Cuitláhuac. Cuando Moctezuma muere, Cuitláhuac quedó de líder, a petición popular (o sea: a través de plebiscito, sin necesidad de hacer recuento de casillas). Pero murió muy pocos meses después, de viruela.

¿Cómo sería en la peda?

Tomando en cuenta que, de no haberse muerto, Cuitláhuac quizá pudo haber evitado la conquista (quizá), la borrachera con él debe haber sido súper hardcore. De ésas en las que empiezas echando un trago casual en la casa de tu cuate el “Cuit”, y terminas quién sabe cómo poniéndote en tu madre con una horda de españoles del siglo XVI. O sea: MUY hardcore.