Hubo un momento de esplendor en la historia de los oficinistas donde les pagaban en un sobre en efectivo. Después, las cosas se complicaron y llegaron los cheques hasta derivar en el pago vía los cajeros automáticos a través de un diminuto plástico de más o menos 8.5×3.4 cm.

En algún momento de la quincena o en varios de ella, una parada obligada de todos los chilangos son los cajeros automáticos. Esas máquinas que contienen millones de pesos y que más de uno ha soñado con encontrarse una abierta o dándole dinero de más.

Pero no. Estás máquinas nunca actúan a nuestro favor, al contrario, siempre se las arreglan para complicarnos nuestra ya, difícil existencia. Aquí, algunas cosas que detestamos que nos sucedan a la hora de estar frente a uno de estos “modernos” aparatos.

La lentitud y torpeza del de adelante

De pronto te formas en el cajero y para tu alivio sólo hay una persona. Pero como siempre, las apariencias engañan y para tu mala suerte es una persona de edad mayor o con poca destreza con las máquinas. Lahabilidad para hacer su operación será inversamente proporcional a tu prisa. Así que verás que pasan los minutos y esta persona checará su estado de cuenta, sacará su tarjeta una y otra vez y todo indicará que o no tiene dinero o no sabe utilizar el cajero automático. Entre más desesperado estés, parecerá que esta persona está hackeando una computadora del FBI o desactivando una bomba.

Que no tenga dinero

Necesitas lana con urgencia y parece que la suerte está de tu lado. Llegas al cajero y está vacío, metes tu tarjeta, sabes que tienes dinero porque acaba de ser quincena y cuando oprimes “retiro de efectivo”, aparece la odiosa leyenda: “Por el momento no podemos otorgarle este servicio, ¿desea alguna otra operación?”. WTF.

¿Desea donar?

Los bancos son corporaciones tan “altruistas” que a pesar de tener millones de millones de dólares obtenidos por comisiones absurdas que nos cobran a nosotros, quieren que donemos dinero para algunas causas. Lo malo es que en ocasiones esto te toma por sorpresa por la prisa que llevas, justo cuando acabas de poner la cantidad de dinero que quieres retirar y que en tu sistema lógico lo siguiente que hay que apretar es el botón de “sí”. Sin embargo, en esta parte es cuando te ponen el ¿desea donar?. Más de uno por error ha donado sin quererlo. Si los cajeros de verdad fueran inteligentes se darían cuenta que quien necesita esa donación somos la mayoría un día después de la quincena.

Que huela mal

No es que nos pongamos exquisitos pero en algunas zonas los cajeros automáticos son ocupados en las noches por indigentes. Entrar a estos cajeros, además de ser un riesgo en algunas ocasiones, lo es también para tu nariz. Tienes que aguantar la respiración y sacar el dinero lo más rápido posible. No son aptos para lentitudes.

Que se trague tu tarjeta

Es casi como si te sacaras la lotería pero a la inversa. Suele ocurrir muy poco, pero si pasa serás tú el perjudicado. Llegas, metes tu tarjeta, tratas de hacer una operación y de pronto pasa algo, todo tarda de más y se traga tu pequeño plástico donde están los ahorros de toda tu vida, o sea, tu quincena.

La modernización del chip

Según el argumento de los bancos y los ingenieros, dotar con un chip como de tarjeta Ladatel a tu plástico, da más seguridad. Pero lo único que pasó es que ahora el proceso de lectura de tu tarjeta por parte del cajero automático ahora es más lento que antes.

Que te ofrezcan préstamos y servicios

La mayor parte de las veces y con la paranoia propia de la inseguridad, a menos que estemos dentro de nuestra oficina, lo que más deseamos es hacer nuestra operación en el cajero lo más rápido posible. Pero como los banqueros no saben de estos riesgos y seguramente nunca han tenido que sacar dinero a media noche en un desolado sitio, luego de darte el dinero en su cajero, te ofrecen seguros, préstamos y mil servicios más que sólo prolongan más tu estancia frente al cajero.

¿Qué más les molesta de los cajeros automáticos?