Confesiones de un microbusero

¡Súbale, hay lugares!

Se llama Carlos Alba Rafael, tiene 27 años. Es moreno, robusto y está tapizado de tatuajes. El mismo San Judas Tadeo —santo patrón de las causas difíciles y desesperadas— que está dibujado en uno de sus brazos, pende del escapulario verde que se asoma por el cuello de la camisa. Su oficio: chofer de microbús.

Trabaja todos los días, menos los miércoles, día en que lleva el micro a revisión mecánica para que la nave ande al tiro. Forma parte de la Unión de Taxistas de Ciudad Alegre, Ruta 92, sobrenombre optimista para un trayecto que tiene su punto de partida en las entrañas de Chimalhuacán. Aquí, acompañado de su esposa, me concede una entrevista, mientras espera a que le toque su turno de volver a la chamba.

 

-Hola Carlos. Primero lo primero: ¿cómo te iniciaste en esto?
-Empecé desde que estaba en la secundaria, porque mis papás tenían carros. Después de la secundaria pues me venía a cobrar un rato, ¿no? A hacerla de cacharpo (cobrador), como le decimos nosotros. Ya me ganaba unos centavos y ya me iba al cantón a seguir estudiando.

-¿Hasta que escolaridad estudiaste?
-Nada más hasta la secundaria. La neta me latió el coto y el desmadre. Seguí cobrando hasta que cumplí 16, que fue ya cuando empecé a manejar. Y me gustó, como mis papás tenían coches, pues así se armó.

-¿Tú eres de los que respetan las señales de tránsito o sí avientas lámina? Porque los microbuseros tienen fama de que manejan mal.
-Para qué te voy a mentir, yo sí de repente me paso uno que otro alto. Pero también hay gente que no se pone a ver por ejemplo que a veces hacemos maniobras para no meternos a un bache o pegarle a una piedra, para cuidar a la gente y a la unidad, porque el micro no es mío.

-¿Ser microbusero es un oficio riesgoso?
-Sí, por muchas cosas: porque te arriesgas a choques, porque si estás muy cansado de manejar todo el día te puedes quedar dormido, pero sobre todo por los rateros.

-¿Te han tocado que se suban ratas a asaltar? ¿Qué haces en esos casos?
-Van varias veces que se han subido a robar. Se suben y te pagan normal, como cualquier pasaje. Luego de repente nada más oyes que dicen “ya valió madres” y te cortan cartucho. A ti como conductor te dicen que sigas manejando. Me ha tocado ver que cuando los pasajeros se ponen al pedo, sí les pegan. A uno como conductor te gritan que no los voltees a ver, pero por el retrovisor sí los alcanzas a distinguir. Eso nos sirve para ya no volverlos a subir, porque hasta cínicos son siguen rateando en las mismas rutas. Pero así ya los ubicas y no los vuelves a subir, te pasas derecho.

-¿Se necesita algo para ser microbusero? ¿Qué habilidades debes tener?
-Es algo que te tiene que gustar y además tienes que agarrarle el modo al estilo de trabajo. Por decir: mucha gente se queja de que a veces vamos muy rápido o que no nos apuramos. Pero eso no depende de nosotros, porque trabajamos por tiempos. Por ejemplo de aquí de la base hasta el primer checador te tienes que hacer a fuerza 11 minutos. Y luego de ese checador al siguiente son otros 10. En total 21 minutos. Y si llegas adelantado, aunque sea por dos minutos, es una hora de castigo en la base por llegar adelantado. Una hora de que no te dejan trabajar y estás ahí parado sí te parte la madre. Pero eso la gente no lo entiende y se pone agresiva porque no te apuras o también se queja cuando  te vas un poco más rápido para llegar a tu hora.

-¿Y pasan por capacitaciones o exámenes especiales?
-Pues disque sí, pero casi nadie los hace. Das mordida y ya sale tu permiso, hay un montón de operadores que ni saben para qué son los señalamientos. Yo a veces tampoco sé para qué son, te ponen dos rayas o un tache y piensas: “¿pues qué voy a jugar gato o qué?”

-¿Se paga alguna cuota para que te dejen manejar, como una plaza?
-Sí, tienes que pagar una renta para poder trabajar en una ruta. Esa se paga al mes y se le paga al dueño del económico (la unidad) o si ya es tuya,  se le paga al dirigente.

-¿Cuánto se paga por eso?
-En combis de 3 mil a cuatro mil pesos. En micros hasta 9 mil varos.


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estampitas (Pável M. Gaona)

-Oye, ahorita estaba viendo las estampitas que tienes aquí en tu unidad y hay una que me latió mucho que dice “atención gatas, zorritas, perras y víboras, les informo que mi novio no es veterinario”. ¿Lo puso tu esposa para alejar a la competencia?

-No, jaja, esa se la puse yo. Ese letrero me sirve de dos cosas: la gente que se sube y lo lee al menos se lleva ya una sonrisa cuando se sube a la unidad. Pero también para ponerle un alto a las chavas, que la verdad algunas sí son bien lanzadas…

¿A poco sí te pasa mucho que las chavas se te insinúen?
-Sí, es el pan de cada día, jajaja y pues uno como hombre pues sí siente chido el pensar “órale, me aventó las altas”. Pero ya hay unas chavas que no te dejan de ver y están con la sonrisa todo el camino. Uno piensa: “¿pues qué tengo cara de chiste, o qué?”. Y te hacen la plática, te preguntan tu nombre, quieren llamar tu atención como sea. Pero yo ya tengo domadora, jaja.

-Oye ¿y estos zapatitos de niño que están colgados qué onda?
Pues son un mito entre nosotros, dicen que dan suerte. Y pues se ven cotorros.

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zapatito (Pável M. Gaona)


-¿Y sí eres muy devoto de San Judas? Porque no nada más la unidad tiene estampas, tú también tienes tattoos y hasta el escapulario.
-Sí, como de que no. Cuando puedo, voy los 28 y lo visito. Y cuando no se puede, pues le prendo su veladora. 

-¿Y sí te ha hecho paros?
-Sí, cómo de que no: en cuestión de chamba, en lo económico y sobre todo en mis amores, jajaja.

-¡Cálmate, mis amores! Oye, y hablando de lo económico y ya que hablaste del tema, ¿cuánto gana un chofer de microbús? ¿Sale para vivir?
-Es una buena chamba. Si lo ves como negocio sí sale y si lo ves como cotorreo, también es chido. Por ejemplo, un cobrador saca unos 250 o 300 varos al día.

 -¿Y tú de chofer?
-Como unos 3,500 cuando la semana está chida, o una perrona, unos 4,000 mil varos. 

-¿Y ahí tu ya no tienes que pagar lo de la cuota ni nada?
No, ya son libres, ya sin los gastos. Ese es mi sueldo como operador.

-Oye ¿y cómo ves lo del hoy no circula que ahora va entrar en vigor para toda la megalópolis?
-Pues yo vi en las noticias que a nosotros como transporte público no nos va a afectar.  Nada más que no nos quieran poner lo mismo a nosotros porque sí nos afectaría, imagínate trabajar un día menos, no la chingues.

 

-Finalmente, ¿qué es lo que más te gusta y qué es lo que menos te gusta de tu chamba?
Lo que más me gusta no te lo puedo decir, porque acá me están viendo, jajaja. Nah, no es cierto. Pues el cotorreo, es chido cuando sale una buena plática con el pasaje. Aquí conoces mucha gente. Como te toca gente amable, también te toca gente pelada, grosera. Hay unos que se aferran a que los bajes a media calle pero no puedes hacer eso, los bajas hasta la siguiente esquina y ya te gritan y hasta te dicen groserías.

 Pero como te digo, también hay gente bien chida. Me acuerdo mucho de una señora que el Día de Reyes me regaló un carrito y me dijo: “ten mijo, tus Reyes”.  Y así, hay gente que cuando se baja de tu unidad te agradece y hasta te encomienda a Dios. Eso es algo chingón, hasta haces tu trabajo con más gusto.

98713Los compas de la Ruta 92
Los compas de la Ruta 92 (Pável M. Gaona)

Miro el reloj, ya se hizo tarde. No es que me dé culo andar en Chimalhuacán a deshoras, pero prefiero regresar a la Ce-De-Eme-Equis mientras todavía haya luz del Sol. Tomo las fotos de rigor y le agradezco a Carlos la entrevista, la franqueza y las anécdotas que me contó. Amados por pocos y odiados por muchos, hoy al fin tuve la oportunidad de echar una buena platicada con uno de esos personajes urbanos que se han convertido ya en íconos de nuestra capital y sus alrededores. ¡Súbanle, hay lugares! 

¿Ustedes qué opinan de los microbuseros, público chilango?

 

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