Esto ayuda, se argumenta, a ahorrar electricidad durante las tardes, al deporte y a la salud, además de que favorece materialmente la vida en las ciudades.

El industrial británico William Willet fue quienoriginalmente propuso la medida. Era un ávido aficionado al trabajo, comotambién al golf, y le molestaba sobremanera acabar sus recorridos entrado elcrepúsculo, a eso de las cinco y media de la tarde. El golf.

Debatida la propuesta, fue llevada a cabo por primera vez enla Primera Guerra Mundial en Alemania, para reducir los costes del carbono.Poco a poco, todos los países europeos adelantaron sus relojes, saludando susacciones como un nuevo paso hacia el progreso y la modernidad.

Jugar con el tiempo, determinarlo con base en el ahorro. EnMéxico, hoy en día (con la flamante reimposición del horario de otoño, eltradicional en el mundo), las antes vitales seis de la tarde se han convertidoen una nueva fuente de depresiones y desincentivo. La noche dura mucho,demasiado.

La ironía es que el horario, inventado, de Willet, despiertalos corazones. Fue un maestro del tiempo, el único que entendió la importanciade la luz en el resto de nuestras vidas. Nos anima, probablemente nos haga másproductivos, más vivos, más felices.

Sin embargo, ya no puede haber más inventores del tiempo.Tendremos que ajustarnos a la norma occidental, otro nuevo canon que nos gusta imitar para sentirnos, a ratos, más alejados de la miseria.

Todo por el golf. El maldito golf.