Miles de chilangos preparan sus maletas para irse de vacaciones de Semana Santa. Los más precavidos planean su viaje con meses de anticipación y los más osados dicen “yo agarro un camioncito y a ver dónde me lleva”.

Los más amargados, o los que tienen que trabajar, dicen “yo no salgo en Semana Santa porque todo está lleno, mejor disfruto la Ciudad de México, que se siente tan vacía” y rematan su argumento con un “ojalá cierren las casetas para que no regresen y se quede sin tráfico: ¡nunca había visto la ciudad tan bonita!”

Los chilangos que salen, en cambio, llenan los hoteles y viven muy contentos hasta el momento de regresar. Pero hay algunos –cieeeertos chilangos– que pueden identificarse en cualquier lugar cuando salen de vacaciones. Ésos que nos hacen mala fama.

Chilango playero

El chilango playero no sólo es el que va a la playa, sino el que nunca se quita su playera. Se sumerge en el mar con una camiseta blanca percudida de las axilas. Saluda a su esposa, que lo ve maravillada sentada en la arena, mientras él -de reversa- va sintiendo el golpe de las olas. Se asolea con ropa, va al restaurante con la playera mojada y el único momento en el que se la quita es cuando va de regreso, y la pone en el asiento de atrás para que se seque… ¡bonito!

Chilango desesperado

Relax, hermano. La ciudad nos ha convertido en unos esclavos del reloj en donde si no te sirven tu sopa de fideos en cinco minutos ya estás protestando porque tienes que regresar a checar. Las vacaciones son para relajarse, nadie se va a morir si no te dan tu tlayuda en 15 minutos. Disfruta la vista, aprovecha el descanso y déjate llevar por el ritmo vacacional. Aunque si pasa una hora sin que te traigan una cervecita, es que entonces sí ya se olvidaron de ti.

Chilango deportista

Aceptémoslo: te la pasas diez horas diarias en la oficina, cuando llega el fin de semana te pones a ver series y, además, fumas como chimenea, es decir, no tienes condición física. No intentes subir la Peña de Bernal en una hora porque no lo vas a lograr; no tienes que impresionar a nadie metiéndote al mar y nadar hasta que ya no veas la orilla. Los chilangos que no hacen ejercicio se notan a leguas porque van boqueando como pescados en medio del bosque diciendo “ahh… pero qué ahhh… bonita *gasp* está… la… vista… ahhh”. ¡Mejor prepárate para las siguientes vacaciones haciendo un poco de ejercicio! (y deja el cigarro, por favor).

Chilango presumido

Éstos son los más odiosos: tienen un orgullo extraño sobre la Ciudad de México. Si van al restaurante dicen “esto no es pozole, ¡pozole el de la colonia Guerrero!” o “aquí tarda mucho en pasar un taxi. ¡En el DF hasta se pelean por llevarte!”. Sus hijos ponen cara de “trágame tierra” y se tapan con una mano de la pura vergüenza. En vez de hablar, gritan y hacen aspavientos como si estuvieran en una obra de teatro. Afortunadamente ya están en peligro de extinción.

Chilanga bronceada

Apenas van pasando Tres Marías y a quitarse los pantalones: algunas chicas aprovechan esta semana para asolearse y quitarse el color de lámpara fluorescente que tienen en las piernas: shorts, pareos, tank tops, minifaldas. Se asolean 8 horas y en vez de quedar bronceadas terminan como camarón. Los doctores de la playa las esperan frotándose las manos para aliviar las quemaduras de tercer grado (con ampollas) por tumbarse al sol. Su única recompensa es llegar a la oficina a la semana siguiente para que sus amigas noten el bonito color de cacahuate garapiñado que agarraron. En un fin de semana no van a agarrar bronceado, se los aseguramos.

Mamá chilanga

Algunas mamás chilangas tienen la idea irracional de que no van a encontrar nada en los sitios vacacionales, así que cargan con todo lo que podrían (o no) necesitar: suéteres en la playa (por si llueve), una cacerola con arroz y pollo (por si no hay qué comer), 14 botellas con ungüentos (por si la niña se quema, por si no se quema, por si quiere broncearse, por si le pica el mosquito, por si le sale sarpullido) y el cargamento de medicinas para la diarrea o gripa. Es fácilmente identificable porque lleva todas sus cosas en bolsas del súper… y porque pone a sus hijos a que arrastren el cargamento.

¿Te has topado con alguno de estos personajes en vacaciones? ¿Conoces otros?