Acudir a la oficina se puede poner peligroso, todos los días tienes que lidiar con una fauna tan salvaje que podría ser digna de Animal Planet o Nat Geo. Afila las garras y prepara las mandíbulas, estás a punto de descubrir a qué especie perteneces en la jungla Godínez.

La serpiente:

Es la reina del radiopasillo, se sabe los chismes más frescos de la oficina. La información que no posee la inventa y se lanza a hacer las más elaboradas hipótesis. “Pues yo creo que fulanita no ha venido 3 días seguidos porque ha de estar embarazada. ¿No han vista que está más llenita?” Más te vale ser amigo de este espécimen si no quieres ser víctima de su lengua venenosa y despiadada.

Hiena:

Es el chistosito de la oficina, siempre tiene una broma que según él es muy graciosa, pero más que risa da un poco de pena ajena. Eso sí, siempre tiene un ingenioso apodo basado en una variación de tu nombre o tomando en cuenta tus atributos físicos. Él le puso “Balleni” a Jenni por estar un poco pasadita de peso y Winni Pooh (el gran-osito) al de sistemas basado en su accidentado cutis.

El jabalí:

Marrano le queda corto. Y no hablamos de su constitución física, sino de su comportamiento antihigiénico y cochinote. Come enfrente de su escritorio y tiene el teclado como muestrario de porquerías. Cuando no se está atascando unos cacahuates japoneses con salsa, está viendo viendo fotos de asiáticas cachondas. Ve con lujuria a todas sus compañeritas de la oficina y lo han descubierto más de una vez comiéndose sus propios mocos. ¡Viscosos pero sabrosos!

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El Cri-Cri:

Este grillito cantor se la pasa todo el tiempo con una rola en la boca. Es el responsable de que una canción se te pegue todo el mugre día y no te abandone hasta el día siguiente, hasta que al Cri Cri se le ocurre cantar otra canción, que suele ser de Luismi o de Magneto. Se le ha suplicado una y otra vez (en vano) que use sus audífonos por el bien de todos. Bajo el argumento de que “la música alegra el alma” tortura a media oficina con sus éxitos de ayer y de hoy.

El perezoso:

No importa qué hora del día sea, el perezoso siempre estará con cara de que la fiesta estuvo buena anoche. Se sabe las mejores estrategias para echarse una jetita en la oficina sin ser despedido. Se va horas al baño y ahí, sobre el excusado, se avienta un coyotito de dimensiones épicas. Si el mal del puerco es un enemigo generalizado entre la raza godín, a este pobre lo ataca sin compasión alguna y lo puedes ver cabeceando frente a su computadora después de la hora de la comida.

La hormiga recolectora:

Siempre está armando las vaquitas para los cumpleaños, pobre de ti si no aflojas con la cooperacha para los convivios porque se encargará de decirle a todos que no quisiste dar y tendrás fama de marro. También es la organizadora de tandas por excelencia y te persigue insistentemente hasta que le pagues lo que le encargaste del catálogo de AVÓN o de colchas Vianney.

El Búfalo:

Este buey es el galán de la oficina. Va al gym antes, durante o después de las horas de la chamba, así que lo puedes reconocer por su maleta enorme donde carga a) su ropa deportiva, b) sus recipientes con las múltiples comidas que su dieta le exige y c) sus envases con chochos (a los que él elegantemente llama “suplementos”). El Búfalo no pierde la oportunidad de mostrar sus músculos, suele cambiar el garrafón de la oficina, para beneplácito de sus compañeritas que no dejan de chulearle los bíceps.

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La zorra (o el zorro, porque en todos lados se cuecen habas):

Le tira a lo que se mueva, ve que llega un becario nuevo a la oficina y “amablemente” se ofrece para mostrarle las instalaciones (y un poco más, si el morro se deja). Se sabe que es capaz de todo por un ascenso y se rumora que fue así como se ganó su bonito espacio junto a la ventana. Existe también “la falsa zorra”: esa que ni la debe ni la teme, pero un día, por caerle mal a la serpiente ésta le inventó un chisme y desde entonces todos la tildan de fácil, aunque no sea cierto.

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El salmón:

Es experto en llevar la contraria y siempre tiene una mejor manera de hacer las cosas. Después de una junta interminable de esas que dan ganas de sacarse los ojos, cuando aparentemente ya se llegó a un acuerdo, el salmón suele decir cosas como: “es una buena idea pero, ¿y si exploramos otro camino?” o “siento que eso ya se ha hecho, mejor hay que pensar en otra cosa” y es así como ese pescado contreras se gana la antipatía de todos los presentes.

La abejita obrera:

Llega temprano y se va tarde. Nunca encontrarás un declive en su curva de productividad, jamás ocupa su hora de comida completa y siempre está dispuesta a ofrecer análisis, reportes y observaciones aunque no sea parte de su trabajo. Por supuesto, su sueño es que el jefe lo tenga en cuenta para su próximo ascenso, aunque el jefazo siempre pone en los mejores puestos a sus amigos o conocidos y la abejita obrera sigue y seguirá rodeada de los zánganos a los que tanto critica.

El Rey León:

Es el mero mero, el jefazo de la oficina. Todo mundo se ríe de sus chistes y le lame las suelas, aunque el cuate en cuestión tenga menos gracia que una operación de hemorroides. Basta con un aviso de que el Rey Godínez te quiere ver en su oficina para que se te suban las gónadas a la garganta. Cuando pasa entre los escritorios, todo el mundo se vuelve productivo como por arte de magia: nadie está viendo los horóscopos de Mohni vidente ni está dándole like a fotos de gatitos en Facebook.

El perrito faldero:

Su característica principal es ser el “corre ve y dile” de la oficina. No puedes echar el chisme sabroso porque ya está parando oreja, dispuesto a acusarte con los altos mandos, esperando que estos le tiren un hueso como recompensa. Es una de las especies más peligrosas, más te vale no abrir la boca cuando estés en su presencia a menos que quieras terminar de patitas en la calle.

¿Qué onda, te encontraste en alguna de las especies aquí enlistadas? Ojo, es importante aclarar que puede haber especies mutantes: puede existir la serpiente/perro faldero o El Rey León/jabalí, todo puede ocurrir en este salvaje mundo de la jungla Godínez. Comparte este artículo con tus compañeritos para que ellos también se busquen en este singular bestiario.