La historia reciente de Charlie Sheen se resume de la siguiente manera:

Se va de reventón durante 40 horas y lo internan por un problema de hernia. Sale del nosocomio (palabra extrañísima que significa, amigos míos, "hospital") y se va a rehabilitación. Los productores de su programa de televisión, el más visto en los Estados Unidos, lo regañan por enfiestado.El actor se cabrea. Habla a varios programas de radio y mienta madres de su equipo de producción. Acciones más acciones menos, cancelan el programa.

Pero entonces Sheen, famoso engranaje de las fiestas más salvajes de Hollywood, se cabrea aún más y se va a la televisión. Ahí habla, de maneras extrañas e infames, de cómo demandará a los creadores de Two and a Half Men por millones para que se compense su falta laboral. Dice sentirse harto de ser carne de cañón y que su lucha de reinvindicación apenas comienza.

Sus extrañas palabras y actitides (vive con dos suculentas estrellas porno, no se droga pero bebe como un loco, habla de sus hijos sin mucha cautela) pronto se volvieron famosas a lo largo y ancho de la red.

Ay, Charlie.