Por Juan Manuel Torreblanca

Sexta fecha en su gira “20 años 20 ciudades” celebrada el 13 de junio de 2009

Desgraciadamente, el proceso de la llegada/entrada al concierto hizo que me perdiera prácticamente la mitad del primer set (una búsqueda en la red me ayudó a enterarme de que antes de mi entrada tocaron un total de ¡12 canciones!), por ello no soy capaz –esta vez– de elaborar una reseña 100% completa. Lo que sí puedo hacer yo, es anotar unas cuantas impresiones sentidas de este magno concierto de aniversario.

Llegué al acceso, donde se haría la revisión de mi boleto y de mi persona, y se empezó a escuchar el clásico papa rupapa eu eeooo… ¡me recibieron con la canción que me había hecho tomar la decisión de ir a verlos! (Apenas la tarde anterior, al escuchar la recta final de la lista de las “105.7 mejores canciones del rock mexicano de los últimos 20 años” según los oyentes de Reactor, estación ubicada precisamente en la 105.7 del cuadrante). Confieso que incluso corrí y rápidamente me introduje en la masa de fanáticos en plena celebración.

La maquinaria ya estaba en plena marcha. Luces espectaculares, deslumbrantes, se movían al ritmo de las canciones. Pantallas LED (invisibles cuando apagadas) ofrecían visuales finos que complementaban sin robar demasiada atención. Un sistema de audio casi sobrado de tan potente parecía querer llevar la música de Café Tacvba a todas las esquinas de la ciudad que los vio nacer. Ellos vestidos de elegante negro (excepto Luis Ledezma, baterista oficial para sus presentaciones en vivo desde hace un tiempo, que iba de playera blanca) llenaban el escenario como los grandes que ya son. Un entregado Rubén Albarrán (para ahorrarnos la letanía de nombres alternos) con una larguísima mata alborotada que, según dicen, era igual a la que lucía hace 20 años, en sus inicios, no dejó de hablar con la gente, de sonreír y de agradecer a la vida y la respuesta de un público entregadísimo también. Me llegó un mensajito que decía “será cierto que tocarán 4 horas?” y, conociendo la generosidad habitual de sus entregas, ni lo dudé. Teniendo un repertorio como el que ya puede presumir Café Tacvba, 4 horas no es nada.

Canción que tocaban, canción que era coreada de principio a fin. Pronto me ubiqué cerca de la consola de los ingenieros (donde suele escucharse mejor), y a ratos volteaba para ver el mar de manos aplaudiendo, de rostros ensimismados en un solo canto, de gente bailando, brincando. Era algo verdaderamente mágico y conmovedor. Eso es, en parte, lo que pasa con Café Tacvba; queda clarísimo, viéndolos y escuchándolos, que los mejores conciertos sólo se logran si el público se vuelve parte del concierto. Entonces ya no importa si las pantallas de los visuales se les echan a perder a medio concierto, no importa si Rubén está (comprensiblemente) exhausto y le deja la mitad de varias canciones al coro masivo. Todo eso son detalles insignificantes. El nivel de magia, de comunión, que se logró, los rebasa a ellos y se respira entre todos los presentes. Y luego hay momentos en los que la magia sólo se intensifica, como ese en el que apareció el rostro de Ofelia Medina en las pantallas laterales al son de los primeros acordes de María. Ese es mi Café Tacvba favorito, el que no se parece a nada más, ni de antes ni de ahora, y –a la vez– suena tremendamente mexicano; y cuando llegan esas canciones, traen con ellas una avalancha (más que de éxitos) de nostalgia… apareció, pues, la comandanta Ofelia (como la llamaría Rubén) y bailó acompañándolos, acariciándolos; como una evocación del video de ese tema, que fue grabado hace unos 16 años… años que pesan y se ven en los rostros de todos, y –obviamente– en el propio. La melancolía azota “y se nubla la vista, María, porque duele recordar”. ¿Cómo no agradecer a la música y a los músicos el encanto de provocar esa dulce conmoción en nosotros?

Poco después terminó el primer bloque del concierto, abandonaron el escenario y, tras una merecida ovación, regresaron; y el segundo bloque devino en una suerte de formato de complacencias. Albarrán expresó riendo que no entendía ni madres, y supongo que se dejaron guiar por sus propios instintos para complacernos con otras 20 canciones que a ratos hicieron cimbrar el suelo del estadio con los saltos al ritmo de La Ingrata o La Chica Banda con la que se despidieron (revolviéndola, como suelen hacerlo, con la genial El Ciclón y con un reprise de Pinche Juan) al cabo de 4 horas de haber subido al escenario.

Me sorprendió mucho que hubiera terminado, se me pasó rapidísimo, no me harté, no me cansé. ¡Fueron más de 40 canciones! Era justo dejarlos partir. En realidad sólo me faltó Las Batallas (aunque me hubiera gustado escuchar otras cuantas más que no tocaron, como Dos Niños o La Muerte Chiquita) pero me fui a casa contento, emocionado… hasta me atrevería a decir que inspirado. Hay una magia y una nostalgia muy particulares en Café Tacvba, difíciles de describir, dignas de festejarse.

SETLIST COMPLETO

1. La 9 (como introducción acompañando imágenes retrospectivas a toda la carrera del grupo)
2. El Borrego
3. Pinche Juan
4. No Controles (Nacho Cano cover)
5. Alármala de Tos (Botellita de Jerez cover)
6. Labios Jaguar
7. Rarotonga
8. La Zonaja
9. Cometer Suicidio
10. ¿Qué Pasará?
11. Recuerdo Prestado
12. Puntos Cardinales
13. Bicicleta
14. El Baile y el Salón
15. Metamorfósis (Axis cover)
16. Tengo Todo
17. Amor Violento (Los Tres cover)
18. Déjate Caer (Los Tres cover)
19. Las Flores / La Huazanga
20. Ojalá Que Llueva Café (Juan Luis Guerra cover)
21. El Aparato
22. Esa Noche
23. María
24. Como Te Extraño (Leo Dan cover)
25. El Puñal y El Corazón

-Encore-

26. Encantamiento Inútil
27. Lento
28. El Espacio
29. Volver a Comenzar
30. Agua
31. Quiero Ver
32. Eres
33. Chilanga Banda (Jaime López cover)
34. La Ingrata
35. Cero y Uno
36. Eo (El Sonidero)
37. Las Persianas
38. El Fin de la Infancia
39. El Metro
40. Bar Tacuba
41. Mediodía
42. La Locomotora
43. La Chica Banda / El Ciclón
44. Pinche Juan