Sería interesante que un economista evaluara cuánto pierde la productividad de un país por este juego. En todas las oficinas es jugado como si fuera un deporte olímpico. Las gráficas son casi inexistentes pero la mecánica es lo que hace que gamers y burócratas puedan estar engachados por horas.

Muchos lo llegaron a odiar, pero quienes fueron fans lo eran de corazón.