Les habíamos dicho de Túnez, ¿no? ¿Que hubo muchas protestas para tumbar a un gobierno autoritario que llevaba quiénsabecuántos años en el poder?

Pues en el norte de África la cosa está que arde, porque pasó lo mismito, pocos días después, en el país de los antiguos faraones.

Hosni Mubarak, presidente de Egipto, lleva nomás 30 años gobernando. La gente del país, era de esperarse, tomó como ejemplo a sus vecinos tunesinos y se desplegó en las calles para exigir la renuncia del político. Como respuesta, consiguieron madrazos militares y que clausuraran los servicio de internet y telecomunicaciones.

Desesperado porque las protestas no cedían, Mubarka primero trató de negociar su salida a cambio del reemplazo de todo su gabinete. Pero no le salió y la gente todavía exige la total destitución de su gobierno, además de completar una serie de reformas en materia económica, social y de seguridad que no se han concretado del todo.

Aunque todavía no se oficializa su salida ni se concretan las modificaciones esperadas, las presiones internacionales han estado a la orden del día: un vocero del gobierno de los Estados Unidos, por ejemplo, tuiteó que "el gobierno egipcio no puede dar las cartas otra vez y luego quedarse de brazos cruzados”.

Ahí nomás.