Hay ocasiones en la vida en que terminar una relación amorosa no sólo es necesario, sino más que nada urgente. Porque se vuelven cadenas lo que fueron cintas blancas; porque ya estás harto de esa sanguijuela que impide tu felicidad, o simplemente porque sí, un día te das cuenta de que el amor acaba. ¡Y vaya que puede acabar muy mal!

Se pueden usar mil argumentos para cortar por lo sano: “necesito tiempo”, “te vas porque yo quiero que te vayas”, o el lapidario y D’Alessiano “lo siento, mi amor, hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo” (¡zas!).

Pero a veces no muere ahí la cosa, por el contrario, la ruptura puede generar en el ser bateado un sentimiento de negación aderezado con bilis negra, frustración y odio, y entonces sí, ¡aguas!, porque te pueden hacer un numerito del cual no te repondrás tan fácilmente.

Por ello, te ofrecemos nuestra lista de berrinches épicos realizados por los ex, cuando les hieres su orgullito a la hora de tronarlos como chinampina. Aquí nuestro inventario.

Voy a destrozarle el coche

No sólo te la raya, sino que también ¡te lo raya! Con la más larga, dientona y afilada de las llaves de su alma (esas que despreciaste), o bien, con el picahielo o el desarmador de cruz, te rubrica tu carcacha con un garabato expresionista a lo largo de toda la carrocería, para manifestar su furia ciega y colérico despecho (sobra decir que va incluida la rompedera de vidrios y la ponchada de llantas).

Sin ti, no podré vivir jamás

Luego de que le soltaste el protocolario “no eres tú, soy yo”, y tras la respectiva lagrimita Remi (moqueadora y tierna), sobreviene el cataclismo: se le tuerce el labio inferior mordiendo al superior, se le enrosca la lengua como jerga exprimida, el ojo izquierdo le baila, el derecho se le pone en blanco, saca espuma por la boca, se le engarrota el cuerpo, las rodillas le cascabelean y empieza a resoplar por los orificios auditivos; después, cual tlaconete con sal se contorsiona en el piso y finge desmayo (¡el soponcio!) en medio de la concurrida plaza comercial.

No es por intrigar, pero…

Tras decirle a tu pareja que ya no deseas seguir en esa relación tierna (aburrida) pero difícil de atender (asfixiante), y que necesitas tiempo para pensar mejor las cosas (o sea, ¡ya te tiene hasta las ínfulas!), su reacción parece de lo más normal, resignada y comprensiva. Sin embargo, cuando llegas al trabajo al día siguiente, descubres con horror que le ha llamado a tu jefe para revelar todas tus mentiras y pretextos de las veces en que te reportaste enfermo: ¡tremendo golpe abajito del cinturón!

Que lo sepa todo el mundo

Si ya la ruptura fue en sí misma gacha, a veces lo es más su consecuencia. Ningún berrinche tan lleno de maldad, tan infestado de venganza, como que tu ex suba a la red tus fotos más íntimas, sí, esas que te sacó de a guajolote rasurado en Zipolite, o bien, en pose de ardiente póster de taller mecánico. Lo peor: los retratos de tu humillación se encuentran fotoshopeados con un retoque artístico para acentuar tus “pequeñas imperfecciones”, miserias y aguadencias.

Domingo siete

Después de una semana de haber terminado (¡por fin!) con ella, te llama al celular un día siete (domingo, para ser precisos) y, emulando a las ilustres actrices de la telenovela más chafaldrana del momento, te la deja ir con todo y todo: apenas se dio cuenta, no lo hubiera querido así, pero, ¡oh, fatalidad!, tiene 18 semanas de embarazo, así que… “¿cómo le vamos a hacer?”, ¡chiaaa!

Mudanzas

Otro berrinche de lo más común y también muy humillante es cuando, antes de que la muerte los separe, decides que ya, ¡ni una más!, ¡hasta aquí llegaste, sabandija!, ¡rata de dos patas!, see you later alligator, ahí te ves pa’ siempre… ¡Y cálmala que te cuento!, en el mismo acto salen volando, por la ventana que da a la calle, tus pertenencias más queridas y tu ropa, incluidos tus calzones baleados (con raja de canela) o tu victoriano camisón ala de mosca.

Todo queda entre familia

La típica puñalada trapera en desquite porque terminaste con la relación: nomás de ardilla y para hacerte la maldad, con la bilis por motor y la amargura por motivo, de buenas a primeras, tu ex descubre que siempre ha sentido amor y deseo (sobre todo eso) por algún pariente tuyo. De tal suerte, se liga o se despacha a algún miembro de tu familia tan sólo para jorobar, y en una de ésas, también para seguirte viendo.

¡Sufre, mam…!

Está llorando en su habitación, todo se nubla a su alrededor. Entonces, el berrinche toma tintes de revancha: la maquiavélica mente de tu ex decide que no existe mayor castigo para tu insensibilidad y mala onda, que quemarte el jersey de tu equipo favorito. Asimismo, al puro estilo de los Hombres G, amenaza con echarte al cuello unos poderosos polvos pica-pica.

Como podrás ver, en esto de las rabietas de los ex, la lista podría ser exhaustiva y larga, pero te damos la oportunidad de que nos digas, además de éstos, ¿cuáles otros berrinches te ha tocado ver o padecer? ¿O acaso, de pura casualidad, has hecho alguno?

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