Por supuesto que recuerdas "La autopista
del sur", ese bonito cuento de Julio Cortázar. Y lo recuerdas porque, cuando lo
leíste, te generaba auténtico terror, un terror que sólo quienes vivimos en una
megalópolis comprendemos
.

Cortázar hablaba de un embotellamiento en una
carretera cercana a París, tan grande, que la gente comenzó a pasar horas y
luego días viviendo como salvajes en sus autos. Y te aterraba: ya te veías en
Periférico o en Viaducto quedándote a dormir, y sufrías
. Pero, en el fondo, nos
quedaba la paz de creer que eso no era posible: después de todo, era sólo ficción, eso era imposible, sólo una historia inventada, imposible, pensabas… ¿o no?

Este año descubrimos que no. La historia:
el 14 de agosto, en la carretera que va de Beijing hacia Mongolia, en China, el
gobierno comenzó a reparar el camino. Y zaz: diez días después, el
embotellamiento era de una longitud de 100 kilómetros
, autos completamente detenidos,
avanzando, cuando más, un kilómetro por día. Imagínate: si se hiciera un
tráfico semejante en la carretera a Cuernavaca, te tomaría DOS MESES llegar a
echarte a la alberquita.

Ya no se te antojó tanto esa cheluca,
¿verdá?

Por supuesto, la vida ha cambiado por
completo para los pobres chinos embotellados: para comer deben comprarle a
vendedores callejeros cosas a un precio irrisorio (han llegado a pagar veinte
veces más por agua
, por ejemplo); para ir al baño tienen que cerrar su auto y
correr al campito junto a la carretera, y para dormir algunos se tienden en el
asfalto
.

Embotellamientos como este comprueban
que los hippies son enviados del futuro, capaces de vivir amontonados en una
camionetita espantosa.

¿Y si esto pasara acá? Bueno, siempre
tendremos las gorditas de nata para una dieta balanceada
. El terror es que,
posiblemente, no estemos lejos de que algo así nos pase.

Así que tú síguele construyendo, papá,
ya sabes…