De regreso a México, se inscribió a la carrera de Diseño de Modas en la Casa de Francia. Entre los alumnos estaba Carlos Temores. «Éramos los más freaks -asegura-. Nos decían los Starsky & Hutch de la moda.»

Para un examen, Quetzal creó un vestuario de mesera. La modelo, de minifalda escocesa con delantal, llevaba un pastelito en la mano. Annie Lask, entonces editora de la revista Spot y miembro del jurado, votó por él: Quetzal fue elegido como "el mejor diseñador". «Era demasiado bueno para ser verdad: las prendas vintage reconstruidas y los colores flúor eran algo que antes no se veía», dice Lask.

Quetzal y Temores aprovechaban sus buenas relaciones con los maestros para coser en el taller de la escuela tomando ron. «Éramos un par de borrachos -dice Temores-. Poníamos nuestra música y de ahí al primer congal que se nos atravesara. Muchas cosas nos salieron por estar el 70 % pedos. Él era tan intenso que me acompañaba a cagar mientras me seguía platicando.»

Pronto Quetzal se enfadó de la mentalidad de sus profesores, a su parecer corta en relación con lo que él consumía en el extranjero y en revistas como la estadounidense Nylon. Desertó en el segundo semestre, aunque ya estaba preparado para dar forma a su propia colección.