“Nunca he visitado *Las Europas*”, escribió Remedios en su diario decembrino, “y a ver cómo le hago para visitarla ahora”.
Ella había pasado sus juventudes encerrada en casa. Su padre era un tirano simpático y autoritario que limitaba todas sus opciones. A su novio lo tenía en secreto.
Ese mismo año acabó la carrera y se enteró de algo muy extraño: que el gobierno mexicano estaba dando becas, algo nuevo de nombre CONACYT, que aplicara, a algún lado la mandarían.
Los despilfarros gubernamentales pagaron. Ella y el novio, recién casados, fueron mandados a Francia, sin saber una sola palabra de francés, a estudiar un doctorado. 365 días después de su escrito privado, sufría ya del invierno parisino.