Siete razones por las que extrañamos al vocho

DICEN que viene de regreso...

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En 2003 una triste noticia llegó desde Volkswagen Puebla: después de 38 años de haber permanecido en el mercado mexicano, el Volkswagen Sedán —también conocido como vocho— dejaría de ser producido en el año 2004.

Sin embargo, en tiempos recientes VW ha usado mucho ese modelo para sus materiales publicitarios, alentando rumores de un posible regreso.

No sería extraño, dado que el mercado de la nostalgia es uno de los más rentables en el país, además de que un coche ahorrador le vendría muy bien a la población en términos económicos. En fin, entre que vuelve y no, aquí les dejamos algunas razones por las que extrañamos al escarabajo más querido de todos los tiempos.

Por lo accesible que resultaba comprarlo

Para muchos, el VW Sedán fue su primer auto, dado que tenía uno de los precios más competitivos del mercado. Ya sea que se tratara del primer coche comprado con tu propio dinero o el coche para el que le alcanzó a los papás, lo cierto es que su precio lo convertía en una gran opción para aquellos que buscaban moverse en una ciudad que cada vez se iba haciendo más y más grande. Por si esto fuera poco, en el año de 1988 hubo un pacto entre VW, proveedores y gobierno para que el precio del vochito bajara aún más, por lo que este auto de pequeñas dimensiones le caía de perlas a las familias mexicanas de pocos integrantes o a los solteros. 

Mantenerlo era barato

Una de las cosas que lo hacían ideal era que sus refacciones eran muy baratas, además de fáciles de conseguir: ¡se les podía encontrar incluso en el súper! Además, la carrocería, al ser completamente metálica, era aguantadora y no se rompía como los autos de ahora, que muchas veces tienen componentes plásticos o de aleaciones poco resistentes. El vocho era un verdadero guerrero, pura solidez, y si por alguna razón le dabas un llegue, con una buena hojalateada salía el golpe. Algo deberían aprenderle los coches débiles de hoy que ya no aguantan ni que los toquen con el pétalo de una rosa. 

Auto entrón y de batalla

Para nadie es un secreto que las calles de la Ciudad de México tienen más baches que la superficie de la Luna, solo que con charcos y topes. El vocho, a pesar de su pequeño tamaño, era capaz de pasar los topes sin dejar embarrado medio chasis, además de que podía entrar en los encharcamientos con la facilidad de un auto anfibio. Era una especie de 4×4 encerrado en el cuerpo de un escarabajo metálico. Además su motor era capaz de empujarlo por pendientes muy pronunciadas, ahí donde otros coches se quedaban a medio camino. ¡Puro punch!

Por rendidor

¿Quién dijo GASOLINAZOS? El vochito se convirtió en uno de los consentidos por su gran rendimiento de combustible. ¡Con sólo 12.3 litros de gasolina podrías recorrer 100 kilómetros! A ojo de buen cubero, con un solo tanque te podías ir a Acapulquito (380 kilómetros) y con otro te echabas el regreso. Un auto así vaya que sería conveniente ante los aumentos actuales que nos tienen en jaque. ¿A poco no?

Cabía en todas partes

En una ciudad donde es cada vez más difícil encontrar estacionamiento y donde la gente tiende a estacionarse pésimo (importándole un comino si te dejan poco espacio o incluso si le dan un tallón a tu nave al aparcarse), un vocho resulta uno de los autos más convenientes. Con este automóvil sí aplicaba el “chiquito, pero rinconero”. Dichosos aquellos que aún tienen uno.

Era icónico

El Volkswagen Sedán se ganó a pulso el apodo de “El auto del pueblo”. Ya hemos hablado de lo ahorrador y económico que resultaba tanto en su compra, consumo y mantenimiento, y esas tres características hicieron que se convirtiera en el auto que más circulaba por las calles de nuestra ciudad. Los taxistas encontraron en él el auto idóneo para hacerlo su herramienta de trabajo. Le quitaban el asiento del copiloto (donde podía llevarse algún bulto) y ¡voilá! Habemus taxi. No es gratuito que aún ahora que ya los vochos fueron reemplazados en las flotillas, muchos extranjeros aún recuerdan al escarabajo verde/blanco como el taxi mexicano por excelencia. 

Por su mecánica sencilla

Una de las características que más se extraña de esos autos era su funcionamiento básico. Una persona con nociones mínimas de mecánica era capaz de meterle mano al vocho en caso de que fallara. Nada de computadoras complicadas, nada de miles de testigos prendiéndose como poquitos navideños: con el vocho la cosa era más sencillita y con ello, menos cara. Punto para lo práctico y ahorrador. 

Y por si lo anterior fuera poco, ¡la neta el modelo estaba muy chido! Comparte esta nota si tú también extrañas al vocho y lo quieres de regreso.

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