Si usas frases como “en mis tiempos”, ya no hay para dónde hacerse: estás chocheando y la ruquez te ha alcanzado. Vemos a los niños jugando todo el tiempo con sus tablets y celulares y es inevitable recordar que a nosotros nos tocaron sus dinosáuricos antecesores.

Si recuerdas las siguientes 7 cosas, te convendría comprarte un Caltrate para aquello de la osteoporosis. Es por tu bien.

Soplarle a un cartucho ‘para que agarrara’

Los que tuvimos NES (o todavía tenemos porque NERDOS y porque FRIKIS) pasamos por ese momento molesto en el que la imagen en la pantalla se veía rara, como distorsionada. A veces de plano no se veía nada. Para corregir esto, el remedio mágico era sacar el cartucho de la consola y soplarle por abajo con mucho ahínco, rogando por que no estuviera descompuesto. Casi siempre la imagen se corregía como por arte de magia y entonces sí, a Jugar Mario Bros, Duck Hunt, Chip & Dale al rescate, Tetris, Dr. Mario y muchos otros títulos que eran la ondísima en aquellos tiempos. Hasta tapete para el NES había, con el que se podía jugar a las Olimpiadas.

Rentar una peli en VHS o Beta en Videocentro

Querías ver una peli y cuando no había para comprarla o era difícil conseguirla, te lanzabas a Videocentro a rentarla en VHS o hasta Beta, para los que todavía alcanzamos a conocer ese prehistórico formato. Había que llevar siempre regresado el videocasete en cuestión o te cobraban aparte la rebobinada. Para eso en las casas había regresadoras, porque se decía que al regresar los casetes en las videocaseteras las cabezas de lectura se descomponían más rápido. Muchas regresadoras también limpiaban la cinta para que se mantuvieran en buen estado y duraran más. Las regresadoras, por cierto, tenían formas pecualiares, algunas eran un auto deportivo.

Regresar un cassete con una pluma

Si eso de una máquina regresadora para los VHS suena a un mecanismo bastante arcaico, ¿qué tal cuando regresábamos los audio casetes con una pluma Bic, de ésas que no saben fallar? Los que vivimos el tiempo de la cinta magnética esperábamos pegados a la radio que pasaran nuestra canción favorita y entonces apretar el botón de REC para crear mixtapes chidísimos. Esto a veces se veía arruinado cuando el locutor hablaba antes de que la rola se acabara o simplemente la cortaban y había que volver a esperar a que saliera para grabarla. Era todo un arte.

Los discos de 3 ½

Ya ni siquiera vamos a mencionar a los discos de 5 ¼ porque esos seguro no los conocen ni en foto. Los disquetes o discos de 3 ½ eran indispensables cuando llegaron las computadoras a nuestras vidas y teníamos que guardar nuestros trabajos. Era una tragedia cuando se les caía la tapita y entonces lo más probable es que se ensuciaran y descompusieran. Para instalar Windows 95 teníamos que usar 13 disquetes y el proceso era más lento que el metabolismo de Adele.

Desconectarse de internet para hacer una llamada

Allá en la era Paleozoica, los cavernícolas teníamos que conectarnos a internet por dial up y al hacerlo ocupábamos la línea telefónica en su totalidad. Si alguien descolgaba el teléfono la conexión se interrumpía y pegábamos tremendos corajes. Las que tampoco estaban nada contentas eran nuestras mamás, porque no podían echar el chisme con nuestras tías por culpa del chamaco que se la pasaba todo el día pegadote a la computadora. Por ello, la mejor hora para estar en internet era en la noche, casi madrugada, cuando ya nadie iba a usar el teléfono. ¿Se acuerdan del ruidito que hacía el módem cuando nos conectábamos? Se los dejamos aquí, nomás para revivir el trauma.

¡Media hora para un pinshi mp3!

Los chamacos de hoy que bajan un track en segundos no creerían que en los remotos tiempos en los que el internet comenzaba, bajar una rola tardaba muchísimo. Si por alguna cuestión la conexión se interrumpía había que volver a empezar y era una joda. Ahora bajar un álbum completo es cosa de un par de minutos y muchos prefieren ya no hacerlo pues todo se encuentra en servicios de streaming. Esos mozalbetes nalgasmiadas nunca sabrán lo que sentimos cuando Napster dejó de ser gratuito y tuvimos que emigrar despavoridos a plataformas como Kazaa.

Comer Raspatitos y Muppaletas

Como no todo en la vida es tecnología, ¿a poco no se acuerdan de estas delicias que ofrecían los Helados Holanda? Acabábamos de jugar a “las traes”, la cascarita o bote pateado cuando nos dábamos cuenta de que estábamos en pleno bochorno. No había mejor manera de combatir ese calor era echándose un Raspatito, que podían ser de mango, grosella, uva o limón. Para los fans de los Muppets Babies existían también las Muppaletas, que venían en cuatro sabores y se partían en dos para compartirlas con quien quisieras. Lo bueno de nuestra generación es que todavía jugamos en la calle, con la tierra y no todo era estar frente a las pantallas.

¡Qué tal! Directo en la nostalgia, ¿o no chilangos? Compartan esta nota con aquellos que, como quien escribe este texto, vivió todas estas cosas y extrañan poquito aquellos momentos de su infancia.

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