La pesquisa para encontrar a la niña fantasma que deambula por tu oficina (cuando no está en la oficina de alguien más).

– Era una niñita así como de ocho años, con una pelota. Cuando le pregunté qué hacía aquí tan noche, y quiénes eran sus papás, desapareció así nomás. Con todo y pelota.

– ¡Noo hombre, qué va a haber una niña fantasma! Si éste ya no se acuerda, pero andaba borracho…

Cada vez que alguien asegura haber encontrado una juguetona niña fantasma en los pasillos de algún edificio de oficinas, siempre hay un elemento de seguridad, o de limpieza, o de tertulia nocturna, capaz de desacreditar por completo al compañero creyente. Aún así, ¿será posible que el poli de ese edificio de la Roma (y todos quienes así lo aseguran) haya visto una niña fantasma en la oficina?

La historia, pelotas más pelotas menos, siempre es la misma. Es un animal nocturno; se le ha visto de día, sí, pero como un blooper juguetón que se aparece en los videos de seguridad. A veces llora o ríe desenfrenadamente. A veces nomás está haciendo ruido, jugando, y muchas veces más hace crujir las columnas o arrastra los pies en el piso de arriba. Y, sobre todo, siempre, siempre, es una niña.

– A mí me contaron que se aparecía en el sótano 4. Que estaba adentro de los coches y se reía, y que, a la hora que querían sacarla del coche, desaparecía.

– ¿Y usted la vio alguna vez?

– Nunca. Quienes la han visto ya no trabajan aquí…

Eso nos cuenta un valet que trabaja fuera de un edificio en Reforma, y lo mismo sucede con casi todas las historias: quienes han tenido el privilegio de ver a la chamaca han desaparecido de un modo muy poco fantasmagórico, despedidos o transferidos a otra sucursal. De niñas-fantasma-asesinas, nada: nomás causales de despido, pero sin violencia.

Hay otras personas que niegan haber tenido cualquier encuentro con la pequeña que juega a la casota de los sustos, e incluso aventuran hipótesis. “Yo creo que es la novatada: resulta que todos los pisos de la Torre tienen una niña fantasma; y a menos que aquí antes haya habido un kinder…”. Gracias, Rodrigo E. de la Torre Mayor. “Son puros cuentos. Esa leyenda salió de la puerta 4 del Campo Militar, vaya y pregunte. Nos la contaban cuando entrenábamos, y pues ahora todos los elementos de seguridad la siguen contando”. Gracias, poli de edificio cerca del Hospital Obregón.

A todo esto, el parapsicólogo José María Rodríguez no tiene una versión en concreto. “Sí: se ha detectado actividad paranormal en algunas oficinas, pero eso no quiere decir que todas las historias son ciertas. Cuando lo son, se trata de mucha gente que lleva sus muertos a su lugar de trabajo; cuando no, son meras proyecciones o ideas que se hacen en colectivo: historias que pasan de boca en boca, más o menos con las mismas características, pero que nadie puede afirmar de cierto”.

– “¿Y por qué son siempre niñas?”.

– “Supongo a que se debe a que los niños encuentran más trabajo en cruzar el Umbral, y son los seres de quienes nos cuesta más trabajo desprendernos; que sea niña y no niño, diría yo, es casi una costumbre”.

No es como que esta historia le sea exclusiva a edificios de oficinas. La famosa niña del hospital de Xoco, la que el nefasto Facundo videograbó en un cementerio, la que se aparecía en un parque de la Jardín Balbuena; las niñas, como elementos fantasmales, son recurrentes en los miedos (¿o los anhelos?) de los chilangos. Quizá, en oficinas corporativas, las niñas responden a uno de estos dos impulsos: o existen, llevadas hasta ahí de la manita de sus papis, o lo único que de hecho existe es un papi que extraña a su nene. Cuando te encuentres a una niñita en tu oficina, no te espantes: por lo visto, lo peor que te puede pasar es que te corran de tu chamba o te reubiquen. Más bien aprovecha para jugar con ella a la pelota…