Uno de los temas más recurrentes tanto en charlas con amigos como en redes sociales es cómo los homosexuales solemos practicar actos de discriminación entre nosotros, ya sea de forma deliberada o inconsciente.

Entre el “je je je” y “ju ju ju” dejamos ver que aunque seamos parte de una minoría que ha sido objeto de segregación, nosotros nos pintamos solos para hacer lo mismo con la gente de nuestra “comunidad” (comillas necesarias).

¿Por qué? Finalmente estamos insertos en una sociedad donde el machismo y la misoginia son no sólo comunes sino vistas como conductas deseables: desde pequeños—e incluso al interior de la familia— nos enseñan que los niños no lloran, que el rosa es de niñas y que mostrar cualquier rasgo de debilidad nos vuelve “femeninos” y por consiguiente, inferiores. Aunque seamos gays, nos crían con el chip de que debemos ser bien machines y cuando crecemos, arrastramos —me incluyo— una bola de juicios y prejuicios difíciles de erradicar.

¿Crees que por ser gay no puedes ser homofóbico? Aquí te van cinco maneras en que a los gays se nos sale gacho esta conducta. Tu dirás si no es cierto.

‘Eres una pasiva’

Recordemos que según se nos ha educado, entre más un hombre se parezca a una mujer, menos valor tendrá. Luego entonces, un pasivo, al cual se chingan —para que se note que leímos El laberinto de la soledad de Paz, goeis—, está en los peldaños más bajos de la cadena alimenticia gay. Ñom, ñom, homosexuales comiendo a pedazos a otros homosexuales. Pasiva, jotita, chusca, pájara y demás adjetivos funcionan como genéricos intercambiables y son los insultos preferidos por aquéllos que ven en lo femenino algo digno de burla. Aunque claro, muchas veces estos mismos términos se usan para comadrear entre amigos y entonces son como balas de salva. Es entonces cuando se pone espinoso el asunto: ¿hasta dónde se vale bromear con estas palabras que pueden resultar altamente discriminatorias? A veces no está fácil distinguir la frontera entre el chiste y el insulto ojete.

‘Ya no hay activos’

Esta sería una extensión o reverso del punto anterior. Un activo, chacal, mayate, suele verse como objeto de deseo dentro de la comunidad gay. Entre menos “se le note” y más se asemeje a un macho alfa espalda plateada pelo en pecho semental pura sangre, más será asediado y visto como un codiciado manjar. No por nada, muchos heteros y gays siguen diciendo “no se te nota” como una especie de halago. Basta con abrir una revista dedicada al segmento arcoíris para notar que la mayoría de los modelos son hipermasculinizados, ultramarcados, sin rasgos que puedan mostrar feminidad. Entre más machotes mejor, pues. Así como hay mujeres que suelen decir que “ya no hay caballeros”, en la comunidad suele existir el lamento de que “ya no hay activos”, como si fuera una cualidad deseable en vías de extinción. ¿Por qué sobrevaloramos tanto la masculinidad tradicional?

‘Hay que ser discretos’

Muchas personas heterosexuales argumentan que aceptan a los gays, siempre y cuando no sean “descarados” o “exhibicionistas”. Es decir: está bien que seas gay, siempre y cuando no lo parezcas y lleves a cabo tus prácticas en lo oscurito, ahí donde no incomodes. Lamentablemente, este parecer no se limita al mundo hetero. Muchos homosexuales dicen cosas como “yo vivo mi preferencia sexual en mi cama, no tengo que andarlo gritando”. No, a ver. Sí, tampoco se trata de que a cuanto extraño se te ponga en el camino le digas “oye, soy gay, ¿eh?” pero ¿y si se te antoja tomar de la mano a tu chico, darle un beso o simplemente hablar o vestirte como se te dé la gana? ¿Le pedirías a un gato que no maúlle para que no se le note su naturaleza felina? ¿Entonces?

‘A mí me gustan los hombres, no los intentos de mujeres’

Una de las cosas que muchos dicen es que a ellos les gusta andar con hombres, que si quisieran andar con una mujer andarían con una de verdad y no con una imitación. No se trata de que a todo el mundo le gusten las mismas cosas: a algunos les gustan los atléticos, a otros los gorditos, a unos los maduros y a otros los chavitos, a unos les gustan con actitud de machín y a otros eso les importa un carajo. El que de repente se te salga una frase jugando o una pose “amanerada” no significa que seas un intento de mujer. Pa’ pronto: hasta los heteros jotean a veces. Ahora que si hablamos de trans, ése ya es otro tema. Ellas SON mujeres (no intentos) y pueden ser hetero, homo, o bisexuales. Incluso en el DF ya está garantizado su derecho a la identidad. Bien ahí.

‘Yo no voy a las marchas, eso es puro exhibicionismo’

Muchos tienen razón en no sentirse identificados con lo que en los medios se retrata de las llamadas “marchas del orgullo”, sobre todo cuando ven a hombres travestidos, a otros semi o desnudos o cuando van por la calle consumiendo alcohol. Sin embargo, las marchas son mucho más que eso. Si bien hay gente que en el “Gay Pride” encuentra un día para echar fiesta —y no hay nada de malo en ello, que conste— en las marchas también hay colectivos de personas que van como en el día a día, exigiendo derechos que nos son inherentes y no tendríamos ni siquiera por los cuales estar peleando. Por lo demás, hay que recordar que los primeros que tuvieron los huevos de salir a marchar hace décadas fueron precisamente hombres empelucados y entaconados. Fue gracias a su “exhibicionismo” y sus “desfiguros” que hoy gozamos de muchos derechos que en otros momentos serían impensables.

Sí, muchos de nosotros hemos arrastrado alguna (o varias) de estas conductas, pero nunca es demasiado tarde para reflexionar sobre el tema. Yo mismo, que hoy me pronuncio en contra de estos actos de discriminación, muchas veces me he cachado reproduciendo estos esquemas que aún en la actualidad, a veces llegan a desembocar en bullying, suicidios o crímenes de odio.

¿Tú en cuáles de ellos has incurrido? ¿Conoces a algún gay homofóbico? Compártele esta nota y que comience el debate. Por algo se empieza.

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