La primera vez que Fidel Castro pisó México sólo tenía la referencia que había en libros y conocía la historia de su revolución menos de medio siglo atrás.

En 1955 el jefe revolucionario viajó desde Cuba, exiliado tras estar en prisión por el asalto al cuartel Moncada durante la dictadura de Fulgencio Batista.

Después de hacer escala en Mérida, Campeche y Veracruz, el 7 de julio por fin llegó a la Ciudad de México donde se reunió con su hermano Raúl en la casa de María Antonieta González, una cubana que vivía en el número 49 de la calle José de Emparán en la colonia Tabacalera; ahí conoció a Ernesto ‘Che’ Guevara, según contó el propio Fidel en un libro autobiográfico.

Ahí fue donde se gestó el movimiento revolucionario y su gusto por los tacos callejeros y las corridas de toros.

El 20 de junio de 1956, ambos personajes fueron detenidos en la ciudad por caminar armados y haber ingerido alcohol. Ahí, ambos negaron tener una ideología comunista y entonces debieron apresurar los preparativos de su regreso a la isla.

Entonces el mexicano Antonio del Conde les vendió Granma (un navío) y armas, y zarparon de Tuxpan, Veracruz con rumbo a Cuba el 25 de noviembre de 1956.

El resto sobre la revolución cubana ya es historia.

Recordamos este fragmento de su vida, con motivo del fallecimiento del líder cubano este 25 de noviembre de 2016.

Dense una vuelta por la casa, afuera encontrarán una placa con lo que sucedió ahí.

También lee:

Asamblea va ahora contra las gomichelas y las micheladas

¡Por fin! Fechas de la exposición de Kubrick en la Cineteca

‘Ball Parade NFL’ exhibe 32 cascos gigantes en Reforma

El 1 de diciembre inaugurarán pista de hielo en el Zócalo