Ser gay en el DF no es una cosa sencilla. Aunque hay que reconocer que, al menos localmente, no vivimos la segregación ni las persecuciones de hace veinte años. La Ciudad de México es una burbuja de seguridad donde a últimas fechas se ha legislado en pro de los derechos de las minorías, incluida la “comunidad gay” (comillas ultranecesarias y ya explicaremos por qué).

Después de mucho trabajo de activismo, podemos casarnos y adoptar. Sin embargo, al vivir en una sociedad eminentemente machista, todavía tenemos que enfrentar de cuando en cuando el clásico “pinche puto” en la calle o incluso agresiones físicas.

Vamos a desmenuzar el asunto, como si fuera el pollito de las enchiladas. Para empezar es muy complejo hablar de una “comunidad gay”. La RAE (sí, suena bien mamón, pero a veces es necesario acudir las instituciones) define “comunidad” en una de sus varias acepciones como “f.Conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes”.

Y aquí es donde la cosa se pone peliaguda, porque muchos gays no tienen mayor cosa en común que el hecho de mantener relaciones sexuales/afectivas con otras personas de su mismo sexo. ¿Qué tiene en común el abogado de clóset que tiene su despacho en Interlomas, con la vestida arrabalera que talonea en Tlalpan desde los 15 años? Evidentemente no mucho.

Este es un ejemplo extremo, pero en realidad a veces pareciera que el concepto de “comunidad gay” pende de un hilo por querer abarcar tantos sectores. Lo que comenzó por llamarse comunidad LGBT, hoy es LGBTTTI y las letras que se acumulen. No hay mayor cosa en común que el hecho de amar o acostarse con un igual. A partir de esta lógica existiría también una “comunidad heterosexual” y el asunto suena francamente risible.

A veces, en nuestro afán de ordenar al mundo, tendemos a meter en el mismo costal cosas que “medio se parecen” entre sí para saciar nuestra necesidad de estructuras. Ahí es donde nacen esos fantasmas con los que nos ha costado tanto trabajo luchar: el cliché, el mito y el estereotipo. Por eso aquí les dejo 10 prejuicios con los que lidiamos cada día los homosexuales chilangos:

  1. “Se la viven en la Zona Rosa”. Neta no. Vamos a muchos otros lugares a divertirnos, de hecho algunos incluso evitamos ir salvo que no haya de otra. Por otro lado, tenemos otros intereses además de ir de antro.
  2. “Todos son estilistas”. Ojo, no tiene nada de malo ser estilista o peluquero. Es un oficio honesto y muchos resultan hasta terapeutas. Pero también somos muchas otras cosas: taxistas, ingenieros, diseñadores, escritores, policías. Te sorprenderías si supieras cuántos en tu oficina son gays y tú ni en cuenta.
  3. “Es que los gays quieren ser mujeres”. Ser homosexual y transexual no es la misma cosa. Los hombres homosexuales estamos conformes con nuestro cuerpo e identidad sexogenérica. Un transexual es una persona que nació en un cuerpo que no corresponde a su identidad sexogenérica. Y un transexual puede ser hetero, homo o bisexual, independientemente de su condición trans.
  4. “Las vestidas son agresivas”. El que hayas visto un video en YouTube donde dos travestis se están peleando no significa que sean agresivas. Eso sí: al crecer en un entorno que te hostiliza y agrede constantemente por supuesto que suele aparecer un carácter fuerte, pero esto no tiene por qué derivar en agresividad.
  5. “Los gays son elegantes y refinados”. Neh. Sí, algunos lucen como muñequitos de aparador todo el tiempo, son excelentes cocineros y saben catar vinos, pero otros fodongueamos durísimo, andamos de tenis y playera porque así nos sentimos cómodos. Y sí, también nos tiramos pedos y eructamos.
  6. “Si es gay, entonces le gusta Lady Gaga y Paulina”. Si bien es cierto que existe un cierto culto a las divas pop, también nos laten las rancheras, movemos la mata y el piecito a ritmo de un buen rock y no le hacemos el feo al hip hop. Yo conozco mucho metalero al que le gusta el arroz con popote.
  7. “Todos los gays son promiscuos y se la pasan de cama en cama”. Es cierto que los hombres solemos ser más facilones para el sexo que las mujeres, sobre todo por un tema cultural. Pero eso no significa que estemos poniéndole como conejos 24/7. También tenemos que pagar la renta y el teléfono. No somos máquinas de aparearse. ¿Pues a qué hora, si hay que perseguir la chuleta?
  8. “Son incapaces de crear relaciones estables”. Esto se relaciona directamente con el punto anterior. Algunos creen que nos la vivimos en la cogedera y no podemos ni nos interesa, mantener una relación estable. Pero señores, tenemos nuestro corazoncito como todos. Algunos ñoños queremos casa, perro y chamacos. A otros eso no les interesa, y está también chido, al igual que muchos heterosexuales que no quieren casarse ni tener hijos. En realidad no somos tan diferentes.
  9. “A los gays les encanta exhibirse, ¡vean nada más la Marcha!”. Huy, sí. ¿Creen que está chido que te griten “maricón” en la calle por el simple hecho de tomar de la mano a tu wey? ¿Creen que nos gusta que nos miren como bichos raros o apestados? Por eso mucha gente sigue en el clóset, porque el entorno sigue siendo hostil para nosotros.
  10. “El mundo gay en el DF es sólo de hombres”. Y las mujeres, ¿dónde quedaron? Hasta este momento he escrito este artículo pensando en un mundo de hombres homosexuales. Las mujeres, como siempre, quedan en lo oscurito. Maldito machismo del que yo también soy parte. Pero prometo indagar entre mis amigas lesbianas y traerles un texto sobre ellas.

¿De acuerdo o en desacuerdo con estos puntos? Coméntele, que para eso es el internet y la famosa democratización de la opinión.