¿Por qué narcotraficantes?

Porque la cultura del narco la hacemos todos, como bien dicen, y no hay que satanizar sino acercarnos un tantito y ver que, una vez adentro, en realidad no duele tanto. Los narcos también cantan. Y muy bien.

Además, se les acaba tan pronto el chistecito del dinero y el poder incontrolable que más vale disfrutar el momento. Volverse las reinas de la noche, por un día.

Eso podremos ver este próximo 6 de noviembre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris: las hermanas Carrilla son tan poderosísimas, tan dueñas del mundo del narco, que se cansan de la vida del hampa y deciden hacer un grupo musical. La chamba se la dejan a su sicario, El Niño, o a su segundón: el Chapo Guzmán.

Tres alter egos: las Reinas Chulas se convierten en las hermanas Carrilla, que a su vez forman la Banda de las Recodas, para cantar y tupirle a la guitarra.

¿Y qué tocan?

Cumbia electrodoméstica, narcocorrido tradicional y narcococido, otro desplante de talento musical que dejará a más de uno con las babas en el suelo. Imprescindible, ver cómo mujeres del narcotráfico (¡¿mujeres narcas?!) crean ahora un imperio musical.

Como imprescindible suena el show, por su producción todita-toda: once músicos en escena, diez cabezas rodantes (nunca supe si eran humanas o de ganado), 140 sicarios en escena y la presencia de las cuatro guapísimas Reinas Chulas, cada una un personaje de locura (que si la guapa pero tonta, que si la mamá de todas, que si la lesbiana, que si la desfachatada pero violenta) que se apoderará del mundo… y sus corazones.

Así, no hay por qué esperar más: en coproducción con la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, se prepara esta Banda de las Recodas, que acabará con el inmueble. Con todo inmueble.