Fue sin duda uno de los gigantes
del cine alemán. Su cara de loco, sus ojos saltones y su expresión desencajada,
se han grabado en la memoria de los amantes del cine
y permanecen como la
referencia más inmediata de un actor que cautivó a la audiencia con sus
enérgicas interpretaciones. Para muchos, Kinski fue un genio loco e
incomprendido; para otros un farsante vulgar e irrespetuoso, alguien capaz de
declarar de sí mismo cosas como: "Soy una prostituta, hago esta basura por el
dinero, nada más."
, refiriéndose a películas de mala calidad en las que llegó a
participar.

Su autobiografía Yo Necesito
Amor
(publicada en Tusquets), nos pinta a
un personaje irascible, curioso, y atravesado por un fuerte impulso de
violencia que lo hacía disparar injurias a diestra y siniestra. En el
documental Mein Liebster Fiend (Mi
querido enemigo), el cineasta Werner Herzog habla de la amistad que lo unió a
Klaus Kinski, y de la naturaleza ambivalente del histrión: un tipo que rayaba
en la demencia (casi animado por un espíritu diabólico), y que al mismo tiempo
poseía una sensibilidad exacerbada.

Trailer de la película Mein Liebster Fiend: