De vuelta en los Estados Unidos incursionó en los
espectáculos de Broadway, y consiguió un empleo con el productor de teatro
William A. Brady. Este hombre lo impulsó a continuar en el teatro durante la
década de los veinte. Durante esa época ya se veía a un Bogart que detestaba
las pretensiones esnobs del mundillo artístico.
Se aficionó a la bebida y al juego.
Por otro lado acabó por perfilarse como un tipo articulado, modesto y de buenas
maneras: un caballero respetuoso que rehuía al contacto físico y a los alardes
histéricos de la fama.

Nunca tomó clases de actuación, y a diferencia de otros
actores de su época, jamás ingresó a una academia ni participó del ambiente
glamoroso de Hollywood. Se recurría a él para interpretar los papeles del
tipo pesado e inconmovible
, a tal grado que sus caracterizaciones de gangster marcaron un hito en
la historia del cine.