Carlos AzarCayó en mis manos un libro publicado en 2009, que recomienda Presidencia de la República, 42 páginas llenas de imágenes, si no los niños huyen, donde Berta Hiriart pretende explicar a los niños de este país (y tal vez de otros), cuál fue la historia del teatro mexicano. Pobre teatro y pobres niños. Ya basta de libros de historia del teatro tan preocupados en que los niños no sólo no repitan los errores del pasado, sino que tengan una peregrina embarrada de la historia.

Sin el ánimo de entrar en esta polémica, los niños deben ponerse a hacer teatro y así aprovechar las ventajas pedagógicas que tiene. Este

Sin el ánimo de entrar en esta polémica, los niños deben ponerse a hacer teatro y así aprovechar las ventajas pedagógicas que tiene. Este libro es un viaje, a vuelo de pájaro por cinco periodos de la historia mexicana, con línea del tiempo, claro está, para que se transmita, como debe ser, el pensamiento del tiempo histórico.

Pero como no puedo hablar de lo que el libro no es, me acotaré a la historia del teatro. El libro es un recorrido anárquico sobre lo que debería estar y lo que no. En él, Porfirio Díaz permanece como el tirano horrible que se acomodó en el poder, mientras que los demás se rompían el lomo injustamente.

Se cita el asesinato de Zapata y se olvidan los otros.

Se cita el asesinato de Zapata y se olvidan los otros. Con la melodramática forma de los buenos, muy buenos, contra el malo, muy malo. Caricaturas simples que no han servido para hacernos pensar como país. Y en lo que se refiere al teatro, más todavía. ¿Qué importa que los niños sepan a pies juntillas, quién fue Manuel Eduardo de Gorostiza, si no están cerca de su obra para sentirla y olerla? Se citan, un poco desde la ignorancia, nombres e instituciones, y se olvida a los que las hicieron nacer y vivir.

Triste intento que al final se pregunta por el futuro y concluye en la corrección política: mientras el humano entienda que hay que cuidar al mundo y no hacer guerras horribles, el teatro estará junto a él. Es necesario entender que las expresiones humanas trascienden simples denuncias y si el arte es verdad, debe serlo mientras olvida todas las pequeñas mentiras que nos hemos pasado contando.

CARLOS AZAR , de luto por la muerte de Carlos Montemayor (qepd) , su tutor en el Centro Mexicano de Escritores.