Igual y te suenan: Frida Kahlo, Diego Rivera, Agustín Lazo, Francisco Zúñiga, Carlos Orozco Romero y Germán Cueto fueron algunos de los artistas reconocidos que formaron a las primeras generaciones de alumnos de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, que no sólo se integrarían al discurso visual de nuestro país, sino lo trascenderían, explorando e, incluso, guiando el rumbo del arte universal, como sucedió con Pedro Coronel, Luis López Loza, Gilberto Aceves Navarro y muchos más.

Ese cuerpo docente inaugural consolidó en los 40 una estética mexicana nacionalista, conocida en todo el mundo. Paradójicamente, ellos mismos formaron a quienes en la propia Esmeralda iniciarían la oposición, búsqueda y hallazgo de expresiones incluyentes, refrescantes y plurales donde la estética informalista, la investigación del arte conceptual y el posmodernismo han conformado el puente entre la modernidad y la contemporaneidad.

Desde su fundación, en 1943, La Esmeralda ha sido clave en la formación de artistas de este país. Su resonancia en la difusión del arte mexicano no solamente ha sido local.

Creada sobre los cimientos de la extinta Escuela de Talla Directa, cuando Antonio Ruiz “el Corzo” tomó la dirección, La Esmeralda incorporó la directriz del Estado a su oferta profesional: la democratización de los estudios de arte. La escuela, entonces, privilegiaba el ingreso de aspirantes de capas sociales populares, quienes encontraron ahí las bases de interlocución entre el pensamiento académico y la conciencia social (sus profesores fueron actores de la reconstrucción del México posrevolucionario). Así nacieron las primeras generaciones de futuros artistas del país.

Como producto necesario para la vida cultural de México –al igual que muchos de los cambios sociales ocurridos de la mitad del siglo XX a la fecha–, La Esmeralda ha sido parte y consecuencia del proceso acelerado de crecimiento urbano en la Ciudad de México.

71037Fernando Brunet Rocha, Acecho 2013, técnica mixta sobre lino, 180x160cm.

Fernando Brunet Rocha, Acecho 2013, técnica mixta sobre lino, 180x160cm.

La escuela tuvo tres sedes: la primera en el callejón de La Esmeralda, de donde obtuvo su nombre (ahora calle de San Fernando en la colonia Guerrero). Este inmueble comenzó como un modesto espacio experimental en una zona marginal, que hizo el mismo “Corzo”, pintor –y también arquitecto– egresado de la Academia de San Carlos.

El edificio fue derrumbado en 1963 y ahí se levantó uno nuevo, más funcionalista construido por Ruth Rivera Marín, arquitecta egresada del IPN, discípula de Juan O’Gorman y maestra en La Esmeralda. Fue inaugurado por Fernando Castro Pacheco, su entonces director, en 1964. Hoy es un espacio del INBA para la capacitación de música y danza. No fue sino hasta 1994 cuando La Esmeralda se mudó e incorporó al Centro Nacional de las Artes, donde forma parte del conjunto que alberga la enseñanza superior de todas las disciplinas artísticas.

El plantel de La Esmeralda fue diseñado por el despacho de Ricardo Legorreta y la propuesta académica pretendió crear una ciudad de las artes, que, paradójicamente, se convirtió en un espacio de difícil ingreso, debido a la proyección de alta especialización. Desde 1943 a la fecha, los artistas que ahí se han formado son parte importante de quienes nutren con su obra museos, galerías, ferias y eventos de nuestra ciudad.