Juan García Ponce es uno de los mejores escritores de México. Aunque haya muerto hace una década. Aunque suene a cliché. Aunque parezca lugar común o salida fácil. Juan García Ponce es uno de los mejores escritores de México. Este yucateco reunió una obra vastísima en la que intencionalmente refería a sus autores preferidos, como hizo con el austriaco Robert Musil en su monumental Crónica de la intervención y a quien dedicó una de las tres partes de La errancia sin fin, un libro de ensayos de 1981 con el que obtuvo el Premio Anagrama.

La literatura de Juan García Ponce, según él mismo, tiene cinco temas: el erotismo, el amor, la muerte, la locura y la identidad”. El erotismo rige Tajimara y otros cuentos eróticos (Ediciones Era), una selección de ocho relatos que Hernán Lara Zavala eligió para mostrar la trasformación y consolidación del estilo de Ponce a partir de un mismo tema. Y también “para adentrarse en los terrenos de lo prohibido, secreto y subversivo que marca toda la literatura de García Ponce”.

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Tajimara

Hay que subrayar subversivo. “Imagen primera”, un cuento de 1963 con el que abre la antología, es una historia de amor, pero entre dos hermanos que a partir de la contemplación de las relaciones del otro siguen sus impulsos. Desde esos textos tempranos se notaba la influencia de la narrativa cinematográfica que va apropiándose de las descripciones y ambientes de García Ponce, quien muchas veces se vale de la profundidad de campo y el foco selectivo –ésas son las imágenes que sus descripciones evocan– para encuadrar sus relatos.

Así ocurre en “Rito”, el sexto cuento incluido en el volumen. Liliana y Arturo conforman una pareja que ha encontrado en la seducción de un tercero por parte de ella, con la venia de Arturo, quien a su vez es testigo mudo de lo que ocurre en la sala de su propia casa, un camino para alimentar su propia relación. Y es que eso era frecuente en la literatura de García Ponce. En una entrevista, él lo decía: “En mi literatura aparece un cambio en el instante en que entre la pareja siempre hay un tercero. No en el sentido de otro amante, sino de un gato, de un bosque…”.

Es el caso de “El gato”, tal vez el cuento más famoso del autor, el cuarto relato de Tajimara… La aparición de un pequeño gato gris en el edificio donde vive D., y el hecho de que él lo mete a su departamento uno de los domingos que pasa con “Ella” (así se nombra al personaje), lo convierte instantáneamente en catalizador de sus relaciones carnales.

El tercero sobre la superficie a veces es simplemente un mirón, un voyerista como el narrador de “La noche”, un hombre de familia que desde su ventana se vuelve testigo de la degradación de la relación de Beatriz y Enrique, sus vecinos, una pareja en principio ejemplar. Y es que la subversión de los “principios sociales” era recurrente en García Ponce. “Tajimara”, el cuento que le da título a esta selección, es un ejemplo por la relación de los hermanos pintores y la de Cecilia con el narrador. Igual que “Un día en la vida de Julia”, que sigue a una jovencita de clase alta en sus devaneos sexuales durante un día, en los que prueba una relación bisexual, un menage a trois y concluye, como si nada, teniendo sexo con su novio en el estudio de su casa. O la de la mujer de alta sociedad, comprometida ya,que se ve envuelta en una relación de sexo desenfrenado en “Envío” hasta que ésta para y ella se casa.

En García Ponce los personajes femeninos son leit motiv, aun cuando no sean los narradores. Y eso puede verse en Tajimara y otros cuentos eróticos.