¿Cuál fue el principal reto para una exposición como “Siempre di Nunca”?

Que pudiera conectar con el público, dejar las preguntas lo suficientemente abiertas para que pudieran ser contestadas de varias formas. Parte importante del reto fue utilizar las palabras y las imágenes para que pudieran estar en un espacio que normalmente se dedica al arte contemporáneo. Es distinto que el trabajo esté en un libro que si es colocado en un muro (Alejandro ha hecho varias portadas para portadas libros de la editorial Almadía). Por otro lado, la forma en que se despliega el trabajo en este espacio físico es trabajo del curador Carlos Palacios.

¿Qué tan distinto fue pensar esta exposición sin un encargo específico, como muchas veces ocurre con el trabajo de los diseñadores gráficos?

Todo el tiempo estoy dibujando y haciendo muchas cosas, ya sean por encargo, pero también por diversión. No hallo una manera de divorciar el trabajo de mi actividad cotidiana, que finalmente es ver. El observar te sirve para tu trabajo, para tu vida o para reflexionar. En ese sentido aquí sí hay un “cliente” que puede ser el espectador. Pienso que te expresas para que el trabajo vaya a alguien más.

¿Hay lugar para la reflexión artística en el diseño gráfico por encargo?

Yo creo que sí. Podríamos dividir entre trabajo creativo y trabajo no creativo, trabajo bien hecho y trabajo mal hecho. La cosa es pensar, por ejemplo, si una silla bien hecha es mejor que una mala pintura, porque definitivamente la silla cumple mejor su propósito. Me ha ocurrido que he visto un cartel o una portada y me cambia la percepción de las cosas, eso es lo que ocurre con el buen arte.

Sin duda, el diseño gráfico tiene componentes tanto de funcionalidad como de apariencia que hacen que tenga un carácter estético. Por lo tanto puede que le encuentres lo artístico.

¿Qué papel juega el sentido del humor en tu obra?

Yo pienso que tanto en el trabajo cotidiano como en la vida es bueno tener sentido del humor. Creo que los trabajos que llegan a mejor puerto son los que reflejan las intenciones o la forma de ser de quien los hace, y me parece que en esta exposición es importante el sentido del humor. Creo que hay un humor triste, o un humor que te deja como helado. Pero para mí es fundamental, porque así soy yo.

¿Qué fue lo que más te ha gustado de esta exposición?

La reacción de los espectadores. Estoy bien contento de que a la gente le guste o le disguste la exposición.

También el proceso: trabajar con la gente del museo, conversar los puntos de vista, encontrar las coincidencias. Todo ha sido un aprendizaje.

Hay quien afirma que tu obra se parece a la del diseñador inglés David Shrigley ¿qué opinas de él?

Fíjate que es como una cosa muy divertida (como todas las coincidencias) entre el trabajo de David Shrigley y el mío. Yo lo conocí hace varios años porque una colaboradora mía me trajo un libro suyo diciendo: «mira, es uno de tus cuadernos». Creo que son como este tipo de hermanos que tienes a distancia. Por supuesto he seguido muchísimo su trabajo. Me encanta.