Platicamos con Juan Carlos Aldir, autor de la novela “Asesino de Muertos” (edit. Punto de Lectura), un texto desgarrador pero muy realista que nos habla de las motivaciones que tiene un ciudadano mexicano para convertirse en sicario. Fuerte, ¿no? Si te vieras en un aprieto económico grave, ¿lo harías?

Descríbenos brevemente de qué va tu novela en tus propias palabras.

Se trata de la historia de una persona común que por circunstancias de la vida tiene un apremio económico muy grande y acepta la propuesta de matar a cambio de dinero para resolverlo. Todo lo que sucede por consecuencia de esa decisión.

¿Qué podría decir tu novela sobre el estado actual en el que se encuentran las familias mexicanas?

Por supuesto que ése es uno de los elementos más importantes de la obra porque habla precisamente de la descomposición familiar y social que surge a partir de la descomposición invidivual. El personaje principal en este caso acepta una propuesta como la que te acabo de comentar (matar a cambio de dinero), y se ve paulatinamente degradando, aunque él no lo nota o pretende que no lo nota, hasta llegar a un punto en la novela en que prácticamente ya no se reconoce a sí mismo. Es un poco cómo esa corrupción va poco a poco deteriorando tanto a las personas en lo individual como a la sociedad en lo colectivo, hasta que llegamos a los puntos en los que este señor sale a la calle con un cuerno de chivo y balacea a 50,000.

¿Qué diría tu novela sobre la situación actual del país?

Yo ubico la novela con toda intensión en el año 2006, porque una de las cosas que me interesa decir es que la violencia no empezó de manera súbita en el 2007, sino que este es un problema que venimos construyendo como sociedad poco a poco. El hecho de que una persona salga con un cuerno de chivo y balee a 50,000 no es un hecho aislado, es violencia extrema, pero desde mi punto de vista también es violencia el señor que le pega a su esposa, o el conductor que se baja a pelear con el taxista, o el niño que ve natural hacerle bulling a su compañero. Eso también es parte de la violencia y desde mi punto de vista es como el germen de la descomposición que después de convierte en el caos que vemos en el periódico todos los dias.

¿Qué crees que diría tu novela sobre la Ciudad de México?

La ciudad a mí me interesaba que también fuera un personaje, no solamente un marco. Está el bloqueo de Reforma, por ejemplo, o los lugares donde suceden los hechos señalados (Polanco, la Colonia Roma…), y las mismas condiciones particulares de la Ciudad de México le dan un marco y un sentido a muchas de las acciones de los personajes. Entonces para mí la ciudad es una parte de nuestra cotidianidad que nos influye y nosotros influimos en ella, es una retroalimentación permanente; a pesar de que pareciera que la ciudad es un ente que no está vivo, al final sí lo está.

¿Cómo fue tu proceso de investigación para tratar estos temas tan duros?

Yo hice una investigación documental en periódicos, en revistas, en libros tanto de la época como de algunos años hacia atrás. Hice esa investigación un poco con la intención de después olvidarla para concentrarme en el drama de los personajes. Mi interés más que centrarme en los acontecimientos históricos, era en el drama humano de los personajes de esta historia. Y justamente al centrarme en ese drama humano surge lo que al final está sucediendo con la sociedad.

¿Qué aprendizaje te dejó tu novela?

Para mí la escritura es un ejercicio que me permite autoconocerme y me permitió explorar muchas partes de mi propia interioridad, donde me encontré con muchas zonas de sombra que me resultaron sorpresivas. Hay elementos en la novela que, si bien nada es autobiográfico, pues sí te muestran un poco a ti mismo lo que piensas y en lo que crees en lo más profundo.

Y tus inquietudes también un poco…

Exactamente: cuáles son los temas de los que te interesa hablar porque son los que más te importan.

¿Por qué fue importante para ti mostrar diferentes personajes y puntos de vista dentro toda esta situación?

Uno de los puntos fundamentales que me interesaba mostrar era cómo ese hecho paulatino de autocorrupción interior puede darse de muchas perspectivas y en muchos ámbitos sociales y humanos. Está desde el cuate que no tiene dinero y acepta hacer prácticamente cualquier cosa para destacar, para ganar dinero, hasta la gente de mucho dinero que por adquirir aún más poder es capaz de entrar en ese tobogán de degradación. Esas múltiples voces permiten ver el mismo problema desde muchas perspectivas.

Durante todo el sexenio pasado y a partir de 2006 hubo esta polarización de “los buenos contra los malos”, y aquí estamos viendo el origen de un sicario y por qué son orillados a hacer lo que hacen. ¿Tú dirías que con tu novela se reivindicaría un poco la imagen del sicario? ¿Ésa era tu intención?

De entrada el que sea un sicario es meramente circunstancial. Yo no estoy interesado en hablar de los sicarios ni de los narcos, a mí me interesa el drama humano de cómo nos vamos corrompiendo cuando no tenemos la conciencia y no nos damos el tiempo para reflexionar sobre nuestros actos. No me gustaría enfocarme en él porque no es el punto.

Lo importante entonces es el drama humano…

Por supuesto que el buscar ese acercamiento hacia por qué una persona es capaz de llegar a eso no justifica sus actos. Aquí tampoco se trata de que “ay, todos somos buenos y pobrecitos los sicarios”, porque no, evidentemente los actos que están mal hechos, están mal hechos, y quien tiene que responder ante la justicia por lo que ha hecho, pues eso es independiente. Aquí lo que me interesaba era ver cómo cualquier persona si nos descuidamos podemos hacer cosas que en un principio nos parecen lejanísimas. Y justamente mi propuesta es la opuesta: tratar de darnos cuenta de dónde estamos parados y a dónde nos conducen nuestras acciones.

Ahora que estamos en un nuevo sexenio, ¿qué circunstancias actuales del país te inspirarían a escribir una nueva novela o a contar otro drama humano?

El problema original de la corrupción generalizada está intacto. Eso no se ha movido en lo absoluto. Con más disparos o con menos disparos nuestro problema es un poco el mismo: hay leyes que no se aprueban por defender intereses y gente que vive totalmente al margen de la ley. En eso lamentablemente México nos da posibilidades infinitas sobre qué escribir una novela.